En nuestra Sociedad de posverdad parece que sólo nos quedan el meme y el zasca; excelentes recursos para concluir, tantas veces, asuntos que no tienen un final evidente. Y que no pueden tenerlo porque encierran vidas; y en muchos casos, vidas segadas por una muerte violenta e ignominiosa. Me refiero, una vez más, a todo lo que en nuestro país tenga que ver con la violencia terrorista de ETA: seguimos teniendo más de trescientas muertes por asesinato sin resolver; y eso no se puede cerrar de un carpetazo.

En otros sitios han tenido experiencias similares. Pero parece que nos interesa mirar con el desparpajo de quien manifiesta un severo complejo de inferioridad. Por ejemplo, poner a Boris Johnson como ejemplo de dimisión para el tal Sánchez, "¡a ver si hace lo mismo!", es no tener bien apretados los tornillos: ni BJ se ha ido aún ni a PS lo ha echado su partido. Pero no es de primeros ministros de lo que va esto. Ésto va de convivencia ciudadana; sí, y estoy de acuerdo por evidente: de esa convivencia que por tantos años ha sido destrozada, en palabras del ex presidente Aznar, por el Movimiento Vasco de Liberación Nacional, y que nosotros llamaremos ETA, ajenos a intereses coyunturales de presidente perdido en aquel 2004.

Porque es importante no confundir conceptos. Y la confusión está en muchas personas bienintencionadas que siguen afirmando que "ETA sigue viva porque siguen vivos sus objetivos". Decir esto es no entender ni vivir en la realidad: las ideas de las personas o grupos que pretenden la independencia de una parte de España, no quedan deslegitimadas porque haya habido criminales que han matado para ese fin. Y esto, querida lectora y querido lector, o lo aprendemos y hacemos mantra de ello, o estamos perdidos como sociedad. Nuestra solidaridad humana sólo puede estar con las víctimas y sus familias, pero nuestro ser ciudadano debe apuntar hacia un futuro en paz.

Aquello de "ni olvido ni perdono" queda muy bien, pero es camino de confrontación y distanciamiento social (revise el PP su representación en los parlamentos vasco y catalán). Lo contrario es tan absurdo como lo anterior, cambiando confrontación por demencia e insolidaridad. Debemos recordar, en nuestros currículos educativos, que ETA existió y se la venció; y que hoy tenemos parlamentos donde hemos aprendido a entendernos quienes la Justicia ya ha liberado de su pena, después de cumplida.

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