La política se sirve de todo tipo de estrategias para el despiste, también en educación. Lanzan globos-sonda, para tenernos distraídos. Hay algunos que son clásicos y están incrustados en nuestro sistema, como el tema de la religión, la educación para la ciudadanía o las lenguas cooficiales. Aunque cada cual tenga una opinión al respecto y seguramente miles de argumentos en su defensa o en contra, ¿realmente es tan importante una hora semanal de religión, libremente elegida? (y ojo, soy de los que piensan que debería estar fuera de la escuela, o en la misma escuela pero como extraescolar). ¿La hora de ciudadanía en un solo curso de la educación primaria y una hora en 3º de ESO, de verdad nos parecen tan «adoctrinadoras»? ¿no queremos que se hable de derechos humanos? Por otra parte, defendemos el inglés, el francés e incluso el chino. Queremos que nuestra escuela no sea bilingüe, sino pruliringüe… pero no con las lenguas cooficiales de España. Un tanto contradictorio, todo.

Llevamos semanas y meses (desde que se promulgó la enésima ley de educación) recibiendo nuevos globos sonda a golpe de titular: que si ahora se pueden hacer ámbitos en todos los cursos de la ESO, que si ahora se puede pasar de curso con más de dos o tres suspensas, que si se puede titular en Bachillerato con un suspenso, que si las matemáticas «con enfoque emocional»…

Y mientras tanto, en un centro concreto de Almería (podría ser Cuenca, Madrid o Lugo) un niño autista no tiene personal de apoyo que lo atienda, simplemente porque su dictamen de escolarización dice que debe ser atendido en aula ordinaria, claustros enteros siguen desorientados sobre lo que es o no es inclusión, a las familias se les mantiene a raya en la puerta de los centros educativos, seguimos pensando que en los casos de bullying los agresores son los «pobrecitos niños con autoestima baja» (en vez de posicionarnos junto a las víctimas de manera incondicional), seguimos rellenando huecos en plantillas, midiendo lo que no se puede medir, cumpliendo con interminables burocracias eficientistas sin utilidad alguna, continúan las mismas metodologías y una organización del siglo XIX, cunde el sentimiento de que «todo vale»...

O reventamos los globos-sonda, o será el sistema, las y los docentes con nombres y apellidos, las familias y sobre todo las chicas y chicos quienes reventarán. Hablemos de lo que, de verdad, importa.

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