Quousque tamdem

Luis Chacón

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Pintan bastos

Los mantras populistas de que van a pagar los ricos y que el estado no va a fallar es engañar a la ciudadanía

España está aturdida. La pandemia nos ha golpeado sin piedad y, como los boxeadores duramente castigados, nos hemos refugiado en las cuerdas aguantando los golpes y esperando el tintineo salvador de la campana. Y ha ocurrido en el peor momento en decenios. Con un gobierno débil, sostenido por una mayoría parlamentaria voluble y dependiente del continuo chantaje de los nacionalistas y una oposición dividida y enfrentada por la hegemonía entre su electorado. Sin mayoría sólida de gobierno y sin recambio posible a la vista.

El objetivo común ha de ser reactivar la economía. No hay otra opción. Sin riqueza no habrá recursos para ayudar a los millones de damnificados y recuperar la normalidad. De nada servirán las promesas del gobierno si no se acompañan de un presupuesto que ni está, ni se le espera, ni se ha sentado siquiera a negociar. Porque le guste o no al señor Sánchez, aquí no valen las adhesiones inquebrantables sino el consenso y la cesión para alcanzar el apoyo de una mayoría fuerte por el bien del país. Recurrir a los mantras populistas de que van a pagar los ricos y que el estado no va a fallar es engañar a la ciudadanía con frases pomposas. Un fraude político insostenible y una argucia paticorta.

La gestión de la pandemia ha sido pésima. Ahí están, lamentablemente, los resultados. Sin capacidad real de endeudamiento y sin plan económico, las soluciones inmediatas sólo son parches de urgencia. Los impuestos van a subir y lo harán todos y pronto. Y el IVA lo pagarán los ricos y quienes sobrevivan gracias a las ayudas sociales. Con un gobierno ineficiente, entregado a la propaganda y centrado únicamente en el gasto, van a peligrar hasta las sacrosantas pensiones. Pedir a Europa dinero como quien lo mendiga a un pariente rico no es de recibo para la cuarta economía de la UE. Tan poco crédito tiene este gobierno que la candidatura de la señora Calviño a presidir el Eurogrupo ha caído ante la insolvencia de quienes nos dirigen. Necesitamos un programa económico creíble, solvente y duradero que permita superar la crisis y evite convertirnos en una economía subsidiada sine die. Hay que centrarse en la gestión eficiente de unos recursos que son limitados y reducir el gasto público innecesario o prescindible. El gobierno pide solidaridad pero obvia que el dinero público no existe. Es dinero de los contribuyentes, fruto de su esfuerzo. Parecen no entenderlo y lo pagaremos caro.

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