Carta del Director/Luz de cobre

La Plaza Vieja, de sentencias y ficus

Busco abrir una espita de sensibilidad, de coherencia y sentido común para hallar una salida satisfactoria para todos

El martes conocíamos una sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA), en la que declaraba nulo el acuerdo plenario por el que el Ayuntamiento de Almería modificaba el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU), al objeto de permitir la ejecución del proyecto de la Plaza Vieja, en el que se contempla la supresión del actual arbolado, ficus casi centenarios. Una sentencia que invalida la intervención de 'plaza castellana' diáfana, pretendida y proyectada por el actual equipo de gobierno del Ayuntamiento capitalino y que ha sido recibida como una gran "decepción", en palabras de la concejala de Urbanismo, Ana Martínez Labella. Por contra, desde la oposición socialista y de colectivos ciudadanos como Amigos de la Alcazaba, la resolución del alto Tribunal Andaluz fue poco menos que jaleada, ahondando o profundizando en la necesidad de buscar el máximo consenso posible para llevar a cabo remodelaciones o rehabilitaciones de este calado. El TSJA reconoce los valores paisajísticos y ambientales del anillo perimetral de los ficus y entiende que el Ayuntamiento debió realizar una evaluación ambiental estratégica, por lo que declara nulo el acuerdo plenario de mayo de 2020 mediante el que el equipo de gobierno cambiaba la ficha de protección de la Plaza Vieja. Hasta aquí los hechos y las opiniones, digamos dispares, de las partes implicadas. Estoy convencido de que si preguntas a cualquiera de ellos, los argumentos en defensa de sus postulados son lo suficientemente potentes como para que la balanza se incline por uno u otro lado. No es este el objetivo de mi artículo. Busco, en un mundo polarizado hasta el extremo como el que nos ha tocado vivir, abrir una espita de sensibilidad, de coherencia y sentido común. Aquí, usando el lenguaje coloquial o común, lo importante no es que el gato sea blanco o negro, sino que cace ratones.

Y los roedores, en el caso que nos ocupa, son la recuperación cuanto antes de un espacio vital para la ciudad como es la Plaza Vieja. No es de recibo que llevemos tres décadas esperando rescatar para los vecinos de la capital y aquellos que nos visitan un espacio diáfano para nuestra proyección como capital de la provincia y ciudad turística e innovadora. A poco que te des una vuelta por las urbes de nuestro entorno compruebas como la mayor parte de la vida gira en torno a espacios de referencia y la Plaza Vieja lo es. De ahí que sugiera a las partes o mejor les exija, dejar a un lado la política para adentrarnos en el mundo de la negociación y exploren un acuerdo que satisfaga a todos, en la búsqueda de un lugar que, junto con la Alcazaba, debe ser el símbolo de la capital en el exterior. Lo demás sólo nos lleva a la pérdida de tiempo, a disputas absurdas y con escaso sentido práctico. Y lo peor es que aquellos de fuera que acaban en ella hoy se van con la peor de las imágenes. ¿Es eso lo que queremos?

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