El callejón del gato

La Plaza Vieja

Fue el ayuntamiento democrático de 1988 quien cumplió , levantando el monumento donde se hallaba

Es normal que un alcalde no pueda llevar a cabo en su municipio todo lo que quisiera, debido a los límites que se establecen en el presupuesto y a la obligación de atender las necesidades que son prioritarias. Pero lo prioritario para un alcalde, a veces, no responde a lo que demandan los vecinos sino a un antojo personal. Nadie, que yo sepa, ha reivindicado que se eliminen de un plumazo los ficus de la Plaza Vieja y, de camino, que desaparezca el Pingurucho de los Coloraos. Pero al Alcalde parece que le estorban y va a dedicar el dinero que pagamos con nuestros impuestos en destruir un módico espacio verde en el centro de la ciudad, y parte de nuestra historia. En cuanto al disparate de aniquilar el arbolado para colocar unos toldos, sobran comentarios. Si nos referimos al Pingurucho de los Coloraos es un monumento que se erigió en 1868 en homenaje a un grupo de liberales que desembarcaron en las playas de Almería para proclamar la Constitución de 1812 en defensa de la libertad, frente al absolutismo de Fernando VII. El intento fracasó y más de una veintena de ellos fueron fusilados, de rodillas y por la espalda, el 24 de agosto de 1824. En principio el Pingurucho fue instalado en la Puerta de Purchena y en 1900, por razones urbanísticas, se trasladó a la Plaza Vieja. Un alcalde franquista percibió que un monumento a la libertad en el centro de la plaza y un dictador en el balcón del Ayuntamiento, a escaso metros de distancia, eran dos figuras incompatibles y en el año 1943, con motivo de la primera visita de Franco a Almería ordenó demoler el monumento, como muestra de sumisión al régimen y acatamiento a su excelencia. Una vez muerto el dictador y constituida la democracia, la recuperación del Pingurucho de los Coloraos significaba recuperar un capítulo de la historia de Almería que había sido borrado del mapa por la dictadura franquista. Fue el ayuntamiento democrático de 1988 quien cumplió con esa asignatura pendiente, levantando el monumento en el mismo lugar donde se hallaba. Solo han pasado 32 años y una corporación gobernada por un partido que se autocalifica liberal va a borrar de la Plaza Vieja el recuerdo de quienes dieron su vida por la libertad. Inaudito. Los árboles, algunos de ellos centenarios, correrán la misma suerte. Mejor sería que con esa partida del presupuesto se adecentara el entorno de la plaza en lugar de arremeter contra su espacio interior. Invertir para destruir. Menudo disparate.

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