Poeta Benítez Carrasco y el Albayzín

No sería justo olvidarse de este aniversario, de un extraordinario vate y trovador nacido en el corazón del Albayzín

Se cumplen veintitrés años desde la muerte de Manuel Benítez Carrasco (Granada, 25-11-1999), uno de los más destacados embajadores que ha tenido Granada jamás. No sería justo olvidarse de este aniversario, de un extraordinario vate y trovador nacido en el corazón del Albayzín, junto a los muros de la Colegiata del Salvador, que dominó el género de tal forma que pasaba, con toda naturalidad, de la copla más popular y sentida al soneto clásico, del villancico más sencillo y sonoro a las serranillas, al romance, al madrigal o a la balada más pura y estilista. Aunque se marchó muy joven buscando lo que todavía hoy es un casi imposible para la inmensa mayoría, vivir de la poesía, su corazón se mantuvo fiel a los orígenes y cada vez que comenzaba un recital recordaba al auditorio que era "español, andaluz, granadino y albaycinero", igual que recordaba su fe cuando repetía aquello de "mi identidad la hizo Dios". Aún hoy, les confieso que nunca dejo de sorprenderme con la obra de Benítez Carrasco. Cuando la conocía poco me deleitaban aquellos poemas concebidos para ser recitados sobre un escenario: su carga de plasticidad y duende, su relato y lenguaje asequibles aunque no carentes de recursos literarios, donde las más de las veces los sentimientos bullían ardientes en la palabra del poeta-rapsoda, flotando en el ambiente del escenario que, siempre vacío, solo una pequeña mesa y la figura erguida como un ciprés del albaycinero por antonomasia, y como saetas se clavaban certeramente en el corazón de los asistentes. Poesía del pueblo y para el pueblo, escrita por un verdadero representante del pueblo. Algunos poetas de la generación del 27 siempre viajaron en el vagón de cola, que gracias a un manojo de sentimientos, y aunque les dieron el favor de la gente, no les abrieron las puertas de las academias. La poesía de este granadino viajero y trotón la clasificaron en lo que "algunos" llamaron "neopopulismo". Su fertilidad fue asombrosa y, en contra de la costumbre que hace de los poetas pésimos declamadores de sus versos, recitaba los suyos como el mejor de los actores. Gabriela Ortega Feria, bailaora, cantaora, recitadora rotunda y gitana, la Señá Gabriela que fuera esposa de El Gallo y madre de Joselito El Gallo", dedico media vida a recitar cosas de Benítez Carrasco. "Mira si soy desprendío / que ayer, al pasar el puente, / tiré tu cariño al río".

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