República de las Letras

Poeta Sotomayor

Se cumple el mes próximo el 75 aniversario de la muerte del cantor de Cuevas del Almanzora, su ciudad natal

Poco o nada leído por quienes protagonizaron sus versos, los campesinos -debido a su analfabetismo crónico-, y denostado por parte de su propia clase social, la de los propietarios rentistas y accionistas mineros cuevanos -por el papel que les hizo jugar en sus poemas y obras teatrales como amos injustos, explotadores y ociosos-, José Martínez Álvarez de Sotomayor (Cuevas del Almanzora, Almería, 1880-1947) puede ser, setenta y cinco años después, el poeta que concite la admiración de la actual clase media almeriense, ajena a unos y otros de los mencionados, para elevarlo a la categoría de cantor de aquel mundo antiguo agrícola, rural, comarcano, que hoy ignoramos por su distancia temporal y su subducción en las procelosas tormentas de la Historia, y que también fue tratado por los poetas mayores nacionales: Antonio Machado, Rosalía de Castro, etc.

Sotomayor es notario crítico e interesado de un orden social ya en su tiempo caduco. En todas sus obras, sobre todo en Rudezas, su mejor poemario, y en La Seca, su mejor obra de teatro -pero también en Los caballeros del campo, Alma campesina, Romancero del Almanzora, La enlutaíca...-, vierte un romanticismo tardío y nostálgico en la evocación de aquella supuesta fraternidad amo-campesino de antaño, tan opuesta a la lucha de clases que la Restauración trajo consigo, y a la emigración masiva a América como consecuencia del agotamiento de los filones de Sierra Almagrera, que habían hecho de Cuevas la ciudad más populosa, rica y culta de la provincia -25.000 habitantes en 1910, varios periódicos, instituto...-: el mundo de Sotomayor tenía los días contados y el poeta quiso retrasar su muerte convirtiendo a los pobres labradores en héroes y caballeros, y a los propietarios en inmorales explotadores, lo que le valió en la Guerra Civil la incomprensión e ingratitud de los unos, por ser él mismo propietario, y en la posguerra la desafección de los otros. Su mayor valor, no obstante, es la de plasmar en sus textos el habla de los campesinos del Almanzora, esa colección de palabras, frases hechas, construcciones sintácticas, elipsis, etc. -devenidas del habla murciana- que tan familiares nos son también a los almerienses de la capital, deudores demográficos y culturales de aquella comarca cantada en versos bellísimos por Sotomayor.

Este aniversario es el momento idóneo para la reedición de sus obras completas por el I.E.A.

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