A la Policía Local de Almería

Debemos sentirnos orgullosos de la Policía de nuestra ciudad; hacen de Almería un lugar mejor

La chica llegó, por fin, a la playa. A pesar de ser invierno comenzó a adentrarse mar adentro. El ocaso recortaba la silueta de la sierra de Gádor sobre los acantilados de Aguadulce. En su interior ella sentía que el misterio de la Santísima Trinidad podría resolverse cuando su cuerpo se uniese con el mar y el sol. Desde el Paseo Marítimo un caminante percibió que algo no iba bien. Fueron ellos quienes llegaron, se lanzaron al agua y la rescataron antes de que muriese ahogada. Pocas horas después, en la azotea de un edificio cualquiera, la desesperanza atenazaba a un hombre. Su corazón pujaba entre la pulsión de vida y la de muerte. Lanzarse al vacío significaba acabar con todo pero, a la vez, de una manera abrumadoramente definitiva. Esa noche fueron también ellos quienes primero respondieron a la llamada de auxilio de un vecino. Con paciencia y serenidad hicieron ver al hombre la existencia de otras posibilidades. Recuerdo aquellos dos casos porque yo estaba de guardia y atendí a aquellos pacientes. Aún tengo presente la admirable intervención que la Policía Local de Almería hizo con aquellas dos personas en crisis. Pensando en aquello una suerte de mantra fue cobrando significado en mi mente :"No todos somos terapeutas pero cualquiera puede ser terapéutico". Tiempo después he tenido ocasión de compartir este mensaje con varias promociones de policías locales. Gracias a unos mandos comprometidos con la vocación de servicio la salud mental es hoy parte de los diferentes programas de formación que reciben tanto aspirantes como agentes veteranos.

Quisiera contarles que he tenido la fortuna de participar en muchos de estos cursos. Y, aunque se pueden hacer una idea, les diré que este tipo de formación difiere de otras materias. Una práctica de tiro o incluso un curso de RCP ofrece conocimientos técnicos. Pero hablar de suicidio, de enfermedad mental o del abordaje a víctimas de maltrato despierta en el grupo nuestro lado más emocional. Por eso, al término de la formación, percibimos como se ha forjado un vínculo singular, uno que permite saber qué tipo de persona tienes frente a ti. Sirva esta columna para afirmar decididamente que la Policía Local de Almería está repleta de mujeres y hombres que hacen de nuestra ciudad un sitio mejor. Nuestra Policía rebosa de buenas gentes que creen en su trabajo y que cada turno salen a darnos lo mejor que tienen: su humanidad.

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