Polisémica jungla política

Borges situaba a la palabra como el elemento creador del universo, anterior a la luz

Resulta tortuoso navegar por la política sin disponer de una guía semántica fiable que nos oriente, con algo de certidumbre, si no del auténtico sentido de las palabras con que se prometen o revelan las posiciones políticas ?no digo ya si de razonar la ideología se tratara? que al menos dieran un poco de coherencia al discurso. Y es que oyendo cómo se esponja alguno invocando por ejemplo a la divina Democracia, no suele ser fácil descifrar si alude (acaso no lo sepa ni él), al régimen que la usa para darse postín (como Corea Norte) o al tipo esencialista (que celebra elecciones solo para que gane el Maduro de turno), o a la democracia iliberal a la húngara o a la liberal representativa a la española.

Confusionismo que palidece ante el término Capitalismo, con el que se confunden, como si fueran iguales, el neoliberal salvaje con el proteccionista, el financiero con el tecnológico o éstos con el capitalismo de Estado de las democraduras china o rusa. Y qué decirles ante otras voces vulgarizadas como Populista, con decenas de tipologías disímiles, o de la pobre y otrora prestigiada Historia, hoy tan incierta como el futuro, según la cuenten unos u otros. Borges situaba a la palabra como el elemento creador del universo, anterior a la luz, decía, porque Yahvé tuvo que concebir la voz luz antes de que la luz misma surgiera. De ahí que haya verdades sin más soporte que la palabra o que, dicho de otra forma, la palabra goce del don divino de engendrar realidades. Un efecto avalado por quienes afirman que lo que vivimos es solo un relato figurativo del logos: y de ahí la trascendencia de dar con el nombre exacto de las cosas.

Una utopía por la que siempre clamó algún poeta, como Juan Ramón, rogando a la esquiva: «¡Inteligencia!, dame el nombre exacto de las cosas! ... Que mi palabra sea la cosa misma, creada por mi alma nuevamente (..) ¡Intelijencia, dame el nombre exacto; y tuyo, y suyo, y mío, de las cosas!». Qué linda ingenuidad. Y viene a cuento la perorata, disculpen, solo para confesarles no entender, en esta polisémica jungla política, a qué se refiere el Gobierno con eso de favorecer la "normalización democrática" de Bildu (¿de qué "democracia" hablan?), porque irán a votar los PGE de Sánchez. Aunque según los proetarras, ellos a lo que van a Madrid es a "tumbar el régimen". Y como no entiendo, rechiflo: ¿será que pactar con Sánchez, sea el más próvido medio de lograrlo?

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