Política y cintura

Y si antes no fue posible con Podemos y las circunstancias han cambiado. ¿Es reprochable cambiar de compañero de viaje?

En nuestro entorno son patentes los cambios. Cambian la ciencia, los gustos, la moda, la cultura, la economía...y para qué seguir. Es como si volviera Heráclito y nos recordara aquello del "panta rei". Eso implica cambios en las sociedades y, cómo no, en las ideologías, y no debe extrañarnos que los haya en los partidos políticos. De ahí que me llame la atención la cadena de descalificaciones que se produce ante los movimientos que estamos viviendo estos días en torno a la posible formación de un nuevo gobierno. Lo más curioso es que hasta la fecha ha sido más bien habitual todo lo contrario: se criticaba que en los partidos había un exceso de rigidez, de dogmatismo, de incapacidad para adaptarse a las nuevas situaciones. Pero el caso es "moverse" contra lo que se mueve porque se mueve, o contra lo que no se mueve porque no se mmueve. Ante el fracaso vivido a la hora de formar gobierno tras las elecciones de abril se fulminó a los políticos por su incapacidad para la negociación; pero dado que toda negociación exige cesiones, exige moverse buscando caminos de salida, lo que se estaba criticando es el exceso de inmovilismo. Por tanto, hubo que hacer unas nuevas elecciones. Está claro que se criticó sobre todo al frustrado presidente porque era el responsable de no haber podido formar gobierno. ¿Llevaban razón esas críticas? Tal vez. Pero ahora nos encontramos en tantas y tantas columnas y "debates" que poco o nada falta para acusar a Pedro Sánchez de chaquetero sacando a colación, y con razón, muchas de las declaraciones que hizo en su momento sobre la imposibilidad de incluir a Podemos en el gobierno. Las dijo. Es cierto. Y no pudo formar gobierno. Verdad. Si aquello fue un error, lo más lógico será tratar de enmendar la plana para alcanzar el objetivo de poder formar un nuevo gobierno. Hay muchas posibilidades abiertas. Una puede ser la renuncia de Sánchez. Pero ¿no se dice siempre que hay que respetar la voluntad popular? ¿Y cuál es en este caso? ¿Qué conclusión sacamos de las elecciones? Los votos no exigen su renuncia y tiene pleno derecho a seguir intentando presidir un nuevo gobierno. Y si antes no fue posible con Podemos, y las circunstancias han cambiado, ¿es reprochable cambiar de compañero de viaje? ¿O será mejor seguir el consejo de la espada toledana de "mantenerla y no enmendarla"? Dadas las circunstancias no cabe mejor alternativa.

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