Política estalinizada

Aislados en casa, la primera lección que hemos aprendido, es nuestra limitación, nuestra fragilidad corporal

Hoy, lunes, comenzamos por imperativo legal recogido en la Gaceta del Estado de un nuevo periodo por imperativo legal del cansino estado de alarma "constitucionalmente excepción", repetitivo sin límite, con turbulencias políticas en la Carrera de San Jerónimo y, cada vez más, sujetos a un mayor número compulsivo de tribulaciones sanitarias, económicas y sociales en el asimétrico confinamiento plurinacional con motivo de la pandemia del Covid-19 con más de 26.000 muertos, cuyos difuntos siempre estarán presentes en nuestra memoria.

Una parte del Gobierno de la Nación, la ultra izquierda, comunistas, siguen engrasando la maquinaria de propaganda para mantenerse en el poder a toda costa y para ello en plena crisis, se aprovechan para sus intereses propios ideológicos las circunstancias del colapso de la economía y la ruina de millones de españoles, poniendo en marcha una comisión jacobina, de aparente normalidad, como salvadores para la reconstrucción nacional con unas directrices muy determinadas, que nos llevarán sí nadie providencialmente lo detiene, a un cambio de régimen y de sistema político, mediante la tiranización de normas legales, solo consensuadas por una mayoría no cualificada de las voluntades del hemiciclo, como la Ley Celaá.

Aquí, el Estado, convertido en propietario usurpador, piensa que la salvación solo vendrá dada por el staff del politburó, integrado por una ultraizquierda totalitaria e independentistas, sin respetar la libertad de los ciudadanos y del tejido empresarial, y que solo se podrá realizar el relanzamiento y superar esta situación catastrófica con un modelo público estatalizado, impregnado de estalinización marxista con la manipulación impune de las verdades humanísticas cristianas. Da miedo, que nuestra Patria, caiga bajo el yugo de las subvenciones limosneras, especialmente, cuando lleguen los momentos de acudir a las urnas, cuya suerte está echada. Aislados en nuestras casas, la primera lección que hemos aprendido, es nuestra limitación, nuestra fragilidad corporal, que solo gracias a la intervención sanitaria hemos podido superar, por lo que la salida de la reclusión está teniendo unos niveles dramáticos y traumáticos, que instan a la sociedad a pie de calle, a seguir participando políticamente en la vida pública, ante el caos y el extremo desorden que hemos presenciado, esta semana pasada, en la Cámara Baja con la verbosidad hueca polarizada del colectivismo bolcheviquizado.

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