A Son de Mar

InmaculadA Urán /Javier Fornieles

Política y selectividad

El PP ya no recuerda a los policías dejando los hoteles; y luego se pregunta por qué ha perdido votos

Todos los años la selectividad ocupa por unos días un espacio en los medios. Este curso se ha hablado de las matemáticas en Valencia, de las exigencias tan dispares entre las comunidades, de juntar firmas para realizar un examen único. Es solo una charla intrascendente, una forma de pasar el rato. Dentro de unos días se olvida y empezaremos a decir como mi marido que no recuerda otro verano tan caluroso como este.

Sin embargo, este año se coló otra noticia. Nos enteramos de que en Cataluña quien pide un examen de selectividad en español debe identificarse. Espero que nadie haya pedido ese examen por su bien. Es tan grave que uno prefiere recurrir a la ironía. ¿De qué otro modo -cabe pensar- puede la Generalitat saber si un alumno debe ir o no a un campo de reeducación? O si existe algún atenuante: quizás su familia acabe de llegar a Cataluña y todavía no le haya dado tiempo a olvidarse de esa lengua bárbara, que llaman español. Y luego debemos imaginarnos la situación de esos pobres correctores: ¡obligados a leer en esa lengua infame y a puntuar algo que merece solo el desprecio!

Estas cuestiones 'menores' no interesan a los partidos. Podemos lo mismo está de acuerdo. Eso sí, les parecería escandaloso que se identificara a los alumnos cuyos padres votan a Podemos. La democracia debe ser como la caridad: empieza -y a veces acaba- por uno mismo.

Los demás partidos miran mientras para otro lado: están entretenidos sumando y restando apoyos. El PP ya no recuerda a los policías dejando los hoteles; y luego se pregunta por qué ha perdido votos. Medio PSOE dice una cosa y otro medio la contraria; pero en esto actúan como Aznar: solo lo hablan en la intimidad. Y esa misma semana Cs continuó con sus trinos contra los nacionalistas, pero dejando siempre la duda de si alguna vez piensan también hacer algo.

Unos y otros no perciben que perseguir a una persona por su lengua nada tiene que ver con la aritmética: da igual que haya más o menos votantes nacionalistas que lo apoyen; de que sean un alumno o dos o cien. No hay mucho que hablar. El Estado puede y tiene la obligación de atender de forma ejemplar a estos ciudadanos-alumnos y, si no lo hace, se convierte en cómplice de la barbarie. Y conste que diríamos lo mismo si a un alumno en Cataluña no se le permitiera utilizar el catalán.

Mientras, para nosotros, este año todos suspendemos la selectividad.

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