República de las Letras

Póntela, pónsela

Protégete, joven. Protege a tus amigos. Protégenos a todos. Ponte, poneos la mascarilla

Vas por la calle, joven, con tus colegas, de fiesta, alegremente, como corresponde. Pero todos sin mascarilla. Pienso yo que a lo mejor no os creéis lo del coronavirus. A lo mejor os pensáis a salvo del contagio por vuestra edad. Vale. Puede que así sea. Pero eso no está demostrado. Se sabe que, en las estadísticas de contagiados, de ingresados en ucis y de muertos por la cobid-19, los jóvenes sois los menos. Pero aun así, yo de ti, yo de vosotros, no me arriesgaría. Ni, por supuesto, me arriesgaría a ser el vector de contagio a mis padres y a mis abuelos. Y no se puede decir en esto que allá vosotros, allá vuestras familias, porque, ¿sabes que en el Poniente un solo contagiado ha obligado a aislar a cuarenta -¡40!- de sus allegados? Si no te pones la mascarilla es posible que nos causes a todos un gran dolor, joven. Piénsalo. Nadie te reprocha, por ejemplo, los pelados que ahora lleváis: también yo llevé melenas, flequillos y largas patillas que a mi padre no le gustaban en absoluto. Nadie te critica tus tatuajes, que antaño eran propios de tabernarios y gentes de mala vida. Ni tus largas horas perdidas -sí, perdidas- jugando con tu consola u ordenador: a mí me encantaban los tebeos del Capitán Trueno. Pero todo eso, tus fiestas, tus noches de borrachera y porros -por no mencionar cosas más dañinas-, tu incivismo, tu mala educación -¡que hay que ver la educación escasa, floja, incompleta, tendenciosa y parcial, mala, muy mala, que os hemos dado!-, todo eso, sólo te hace daño a ti. Quizá a tus padres, que probablemente te aconsejan bien. Mas no repercute en los demás. Pero esto, que vayas alegremente por la calle con tus amigos y amigas sin mascarilla, sí puede tener graves consecuencias para mí, que no te conozco ni me importarías si no fuera por el peligro en que estamos -mira las noticias de los rebrotes y verás-. ¿Ah, qué te amigos no las llevan? Una cosa que no hemos sabido enseñaros es que ese fuerte vínculo de amistad adolescente, ese ansia compartida de independencia, esas ganas de aventura, esa rebeldía contra la norma establecida, pero sobre todo ese afán de ser igual que tus iguales, hoy, en la pandemia aún en expansión y con segunda ola probable, no sirven de nada. Protégete, joven. Protege a los tuyos. Protege a tus amigos. Protégenos a todos. Ponte, poneos la mascarilla. Como en los 90 -tú ni habías nacido- con los condones: PÓNTELA, PÓNSELA.

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