Presos electos

El orden de los términos altera el sentido, el alcance, la pertinencia y las reacciones a la expresión que los reúne

Con El dardo en la palabra, Fernando Lázaro Carreter, eminente filólogo y director de la Real Academia Española, entre otros muchos méritos y reconocimientos, acertó de pleno al recoger las valiosas perlas de sus artículos periodísticos sobre el uso de las palabras en el lenguaje más o menos común. Conciliar la exquisitez erudita con el análisis transparente, la etimología y la sintaxis con la sana ironía, el sentido común y los pellizcos de humor, solo suele estar al alcance de los genios sencillos. Y esto no es una contradicción, un oxímoron, sino acaso una redundancia, un pleonasmo del todo disculpable. En el telediario de la primera cadena, una conocida presentadora ha tenido que pedir disculpas en nombre del equipo porque, en la información correspondiente a la sesión constitutiva de la XIII Legislatura, se dijo de Oriol Junqueras y otros políticos catalanes presos que eran "presos políticos"; invirtiendo el orden de los términos para, con ello, alterar el sentido, el alcance, la pertinencia y las reacciones a la expresión. En la rápida rectificación, en el mismo programa informativo, se manifestó la intención de decir "presos electos". Adjetivo este de "electos" que, asimismo usado como sustantivo, señala, en acepción académica, a las personas que han sido elegidas o nombradas para una dignidad, empleo, etc., y aún no han tomado posesión. Tal es el caso, sin duda alguna, aunque cuestión distinta sería preguntarse si un preso puede ser elegible; esto es, si cuenta con la capacidad legal para ser elegido. No faltarán puñeteras -por los encajes de los puños de las togas- disquisiciones jurídicas al respecto. Incluso hasta el juego de pasarse la pelota los poderes del Estado, cuando las coyunturas desplazan los principios con una zancadilla que lleva al descalabro. Y, si se quiso decir "presos electos", otra vez el orden habría hecho de las suyas de preferirse "electos presos"; para convertir entonces lo sustantivo y principal, la condición de presos, en circunstancia adjetiva y desplazada. La justificación del lapsus, de las prisas, puede ser admisible. Pero el psicoanálisis freudiano tiene bastante aplicación en este asunto, con las explicaciones del acto fallido o de las traiciones del inconsciente. Y la lengua también, porque hay expresiones que acaban adoptándose por el uso repetido. Esta de "presos políticos" no es nueva, pero sí su perversa aplicación a quienes no otra cosa son que "políticos presos"… y electos.

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