Carta del Director/Luz de cobre

Presupuestos

Es triste que los presupuestos nos dejen cada año poco más que la pedrea y como si del Gordo se tratase lo festejamos

EN este mundo traidor nada es verdad ni mentira, todo es del color del cristal con el que se mira". La frase de Ramón de Campoamor muestra el escepticismo en grado superlativo. Escepticismo aplicable cada año a los Presupuestos Generales del Estado, este no podía ser menos, y a unas cuentas para la provincia que a mi juicio son bastante exiguas; escasas, según los empresarios; insuficientes para la oposición y realistas y creíbles para el partido que sustenta el gobierno. Sea como fuere, y al margen de opiniones más o menos interesadas, si nos centramos en el análisis no hay que ser muy sesudo para comprobar lo "esmirriadas" de unas cifras que, con el paso de los años, han dejado casi en mera anécdota el acto de presentación de los PGE en cada capital. Tienen razón aquellos que gobiernan cuando hablan de credibilidad y ajustadas. Para qué van a hincharlas si luego no se cumplen ni ejecutan los proyectos. Pues es verdad. Sin embargo no se trata tanto de cumplir con lo escrito en el papel y certificado por las mayorías parlamentarias, sino de conocer el compromiso de aquellos que ejercen el poder con esta tierra, olvidada en exceso y volcada con el conjunto del país en crecimiento, inversiones, empleo y compromiso. No todos pueden decir lo mismo y son más agraciados que nosotros, siempre a la espera de la pedrea, que agradecemos como si del Gordo se tratase.

La opinión de quienes ejercen el poder o de la oposición pierde valor y credibilidad desde el momento que no son capaces de abstraerse de sus compromisos políticos para hacer un ejercicio de realidad. Del argumentario fácil y burlón no hay quien los saque. Cualquier intento de buscar coherencia se estrella en la ideología, que prima por encima de cualquier otra consideración.

Sí echo en falta algo más de contudencia en los empresarios. Se han limitado a mandar una nota a los medios en la que califican de escasas las cuentas del Estado de 2018 para Almería. Esta es la de cal. Luego hacen una pirueta digna de la mejor gimnasta circense, al expresar su más absoluta confianza y credulidad con las promesas para el año 2019 y las obras del AVE con Murcia. Una confianza que el propio ministro se ha ganado con sus visitas a Almería y a la que me sumo, aunque siempre con reservas. Habrá que verlo.

La tibieza a la que hacía referencia queda patente en la mínima crítica a la falta de inversiones en agua, verdadero caballo de batalla y clave para el futuro de esta tierra. Ahí está la desaladora de Villaricos anegada, viendo pasar el tiempo durante años. Cuando se decida recuperar el proyecto valdrá más que hacerla de nuevo. Pueden pensar que es lo que tenemos y hasta la próxima. Pero me rebelo ante tanto conformismo, ante tanta declaración vana. Es hora de exigir, que para eso pagamos y mucho. ¿No creen?

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