Libertad Quijotesca

Irene Gálvez

Pretorianos en el poder

Los políticos han olvidado que trabajan para todos nosotros y que forman parte de la sociedad: el pueblo español

Roma Antigua es una fuente inagotable de enseñanzas, ejemplos y experiencias a cerca de la naturaleza del poder y como opera en las acciones humanas. Binomio que se retroalimenta de continuo. En estos días vivimos la representación teatral de las sesiones de debate para la investidura del presidente del Gobierno y la configuración del ejecutivo de España. ¡Que Sócrates e Hipatia miren hacia el Congreso y se apiaden de nosotros! y que sus señorías sean capaces de escucharlos y aprender algo. Vuelvo de nuevo la mirada hacia las orillas del Tíber y la extensa historia que nos relatan. Los emperadores romanos crearon un cuerpo de guardia personal, principalmente con soldados de la provincia de Germania, para su seguridad personal y de la familia imperial. Nunca hay que pasar por alto que lo primero que hacían los sucesivos emperadores al llegar al trono era aumentar el salario y privilegios de los pretorianos. El desgaste del poder, la corrupción, llevo a que este cuerpo de guardias fueran incluso los que nombraran emperadores, el caso más conocido es el de Claudio. Dice el refranero español que "unos tienen la fama y otros cardan la lana" y eso sucede muchas veces con ideas, imágenes o historias que se acomodan en el imaginario colectivo, dejando fuera otras muchas que pueden ayudarnos a no cometer los mismos errores u otros aún peores. Hemos oído hablar continuamente de Nerón o Calígula como ejemplo de tiranos monstruosos. Menos conocido es Domiciano que dejaba en mantillas a los dos anteriores. Santiago Posteguillo magistralmente nos recuerda quien fue en su trilogía dedicada al emperador Trajano, contrapunto de estos déspotas en el más extenso sentido de la palabra. Nuestro presente está plagado de aspirantes a Domiciano, de sobra lo están demostrando. Esperpento e irresponsabilidad. A la casta, el areópago que ostenta el control del poder en España el pueblo, la sociedad española, les importamos un comino, más allá de que trabajemos, en lo que ellos quieran, paguemos y nos mantengamos en silencio. Políticos profesionales que han olvidado que trabajan para todos nosotros. Deben gestionar lo público de manera excelente. Salen del seno de nuestra sociedad, y evidentemente algo estamos haciendo peor que mal. Como Domiciano se han declarado "dominus et deus". Recuperemos la dignidad de nuestro país, la dignidad de Europa: Nuestra Democracia.

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