L A pasada semana nos dejamos llevar un poco por el pesimismo, la anterior por el optimismo y así. En esta que comenzamos podemos sentirnos prudentemente optimistas. Las vacunaciones aumentan, como crecen también las promesas de que, pronto, tendremos tantas vacunas que no sabremos ni qué hacer con ellas. Promesa esta última que lleva reproduciéndose desde finales del año pasado. Pronto, pronto. Pero, como toca optimismo, entramos en las dos últimas semanas del estado de alarma (afirmación que, como todo en esta pandemia, tiene validez hoy, ya veremos mañana) y las noticias dicen que los ciudadanos se han lanzado a comprar viajes.

Estábamos todos deseando irnos y nos hemos comprado viajes indiferentes a que no basta con que acabe el estado de alarma, tenemos que tener días libres -da la sensación de que aquí no trabaja nadie y disponemos de todo el tiempo- y dinero -tengamos en cuenta que los fondos europeos no se van a repartir a escote entre los ciudadanos- Incluso las autoridades andaluzas afirman que van a pedir que los vacunados puedan desplazarse por las provincias - en general, todas. Tengo ya la primera dosis así que en mi caso solo podría hacer el viaje de ida.

¿Será tan fácil? ¿Nos lanzaremos a consumir turismo, se recuperará y no volveremos la vista atrás? No lo tengo tan claro. La industria turística almeriense está más dañada, aún, que la hostelería. Como decía una amiga, es la hotelería y no la hostelería la que peor lo ha llevado. Cualquiera que haya visto los datos del primer trimestre verá que el atasco de la recuperación ha provocado una caída de actividad, solo en el pernoctaciones, del 418% frente al período precovid. En el primer trimestre de 2019 hubo 412.000 y en este 79.600. Es claro que la mayoría corresponderán, además, a las primeras semanas de enero cuando aún no había cerrado la provincia. Semana Santa, por tanto, se perdió, y la primavera de la recuperación ha quedado en una primavera puente. Este retraso, esa reactivación que no llega, afecta también a sectores que, indirectamente, viven del turismo: el comercio, la distribución, la hostelería, la señora del chiringuito y los hijos de esta señora.

Seguimos esperando. A los Fondos Europeos, a los 11.000 millones que inyectarían liquidez al tejido empresarial, al avance de la vacunación y no sé si a la suerte o a la prudencia que evite, tras el fin del estado de alarma, una quinta ola, y quien no se haya ido en mayo, se quede confinado en junio.

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