El Príncipe

Haga má salas de estudio y déjese de frente de juventudes. Pero por favor, sin libros

La tarea primordial de cualquier príncipe político debe ser cantar ideas fantásticas que causen la admiración de sus súbditos-votantes. Sabedor de que las ideas con resultados prácticos para resolver los problemas reales no causan ninguna admiración el príncipe político imagina y propone cosas admirables, como por ejemplo, comprar la antigua sede de Correos, en la plaza de vete a saber cómo se llama porque en Almería es de tontos ponerle nombre a una plaza, ya se lo pone la gente, en este caso, la Plaza de Correos. Comprar la antigua sede de Correos, abandonada hace años, y convertirla en, oh, admírense, una casa para la juventud, que precisamente es lo que la juventud necesita. Ya solo el concepto suena sigloveinteochesco, casas de la juventud, la juventud, la propia acepción juventud ya de por sí suena casposa, correosa, extraña, extemporánea. Seguro que la juventud está pensando en tener una casa, para qué, no sabemos, pero después de esquilmar magros dineros en comprarla, arreglarla, rehabilitarla, reformarla y dotarla, quedará como tantas cosas en Almería durmiendo el sueño de los justos (Museo de la Semana Santa, el Ikea). Pero volvamos a la idea inicial, tras dotarla de los correspondientes muebles y enseres, ujieres y bedeles, recepcionistas, telefonistas, mecanógrafas, porteros y seguratas (porque una cosa es poner una casa para la juventud y otra pensar que la juventud se van a comportar y mejor estimar las gamberradas que pueden hacer). Pero pensando a la manera pública, se estima que los jóvenes (la juventud) va a ir allí a departir sobre sus aficiones y hasta leer libros y así alejarlos de las calles y las litronas, porque necesitan su espacio. Señor príncipe, le sugiero, ponga mesas de juego para los frikis jugadores de rol, no ponga libros, ponga cámaras de seguridad, vigilantes de seguridad, no haga folletos de nada, y hable y hable, gaste y gaste, hasta que el ciudadano andante del Paseo piense almeriensemente, mira que gastarse ese dineral en ese bodrio (bodrio arquitectónico, que lo es) para que los frikis gordos se pongan a jugar a los juegos de rol y vayan los zagalones saecios almerienses (la juventud) a hacer vete a saber qué y al fin, formen colas los estudiantes para coger una mesa para estudiar, como en todas las bibliotecas, antiguas y recientes. Haga má salas de estudio y déjese de frente de juventudes. Pero por favor, sin libros.

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