Problemas del reparto

¿Les resulta imposible ponerse en el lugar de los demás y comparar las ventajas de las que ellos disfrutan con las carencias de los otros?

Tuve una grata experiencia hace algunos lustros cuando era director del Instituto de Fiñana. Teníamos muy pocos alumnos y una considerable penuria económica debido al criterio que seguía la Delegación de Educación a la hora de repartir los fondos para los gastos de funcionamiento. El dinero se repartía exclusivamente en función del número de alumnos. Con tan pocos alumnos y con gastos extras por las condiciones climáticas nos resultaba casi imposible salir a flote. Después de numerosas quejas, accedió el Delegado a formar una comisión de directores para generar unos criterios más ecuánimes. Y ahí fue mi experiencia positiva. Los directores de institutos más numerosos supieron entender la situación y solidariamente y en contra de sus intereses supieron ceder y sacarnos de aquellas situaciones deprimentes. Reconocí entonces y reconozco ahora su generosidad. Pero desde hace mucho tiempo me siento triste y frustrado porque no veo que se den en estos tiempos ese altruísmo y esa solidaridad. Cuando se trata de "repartir" no es fácil que surjan acuerdos (porque "todos queremos más..."). Ya viene de largo con las quejas que se han hecho consuetudinarias sobre la financiación de las Comunidades Autónomas. Prácticamente todas ponen de manifiesto que ellas están infrafinanciadas. Y por eso todas piden un nuevo modelo de financiación, en el que tratarán por todos los medios de incluir aquellos criterios que les beneficien (población, dispersión, carencia de infraestructuras...) y así recibir más diinero parar atender lo que consideran sus necesidades. Esa misma pugna se reproducce ahora a cuenta del reparto de los dieciséis mil millones destinados por el gobierno a compensar problemas derivados de la Covid-19. Todos los presidentes dicen tener mucha más falta que todos los demás, alegando haber sufrido más daños que los demás y llegando a acusar al gobierno de asfixiar a su comunidad (su "república") en caso de no atender sus demandas. Todos están encastillados en una óptica absolutamente egoísta, alegando que sus necesidades son más urgentes, más apremiantes, que las de los demás. ¿Les resulta imposible ponerse en el lugar de los demás, calibrar los problemas de los demás, comparar las ventajas de las que disfrutan ellos con las carencias de los otros? ¿Son incapaces de intentar buscar no tanto una equiparación total, sino un cierto equilibrio entre todos los españoles?

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