No es sorprendente, pues era algo esperado. Pero que el regreso del subsidio para mayores a la casilla de salida -reducir de 55 a los 52 años de edad para acceder, la misma con los que se creó hace más de tres décadas- haya provocado tanta expectación, artículos de prensa, o consultas en programas de radio, dice mucho de la realidad del empleo. La de la edad como lacra laboral. Muchos trabajadores, de la Construcción por ejemplo, que perdieron su trabajo hace años o se han convertido en desempleados crónicos o han cambiado de sector de actividad, con unas condiciones laborales inferiores. Ese cambio ha sido más fácil cuanto más jóvenes eran, como es, por otra parte lógico. Y, ahora, con el regreso de la actividad ocurre algo parecido, también son los más jóvenes los que antes accederán a esos nuevos empleos. Así, hay parados crónicos, en una edad que les acerca a la jubilación, aumentando así su preocupación. En ese viaje, fueron agotando prestaciones por desempleo, luego subsidios, y luego casi todas las variedades de protección. No es extraño, por tanto, que Almería -para centrarnos en nosotros- se pasara de un nivel de protección, esto es, de parados cobrando sobre el total de desempleados, de más del 90% en la pasada década al 63% anual. Parece un descenso muy brusco, pero en realidad esta última cifra es un aumento. Por algo nos estamos recuperando. Hace apenas dos años ese porcentaje era del 56%. Es decir en dos años la protección a los desempleados almerienses ha crecido siete puntos. La mayor parte de ese aumento se ha producido en los últimos seis meses. Que la edad cronifica el desempleo y desciendo la protección lo vemos en otros datos. Solo el 38% de los parados que cobran prestación contributiva por desempleo, la de mayor cuantía y que procede de perder un empleo, o varios que lleguen a sumar un año trabajo, tienen más de 50 años. Pero si nos fijamos en los subsidios, lo que se cobra después de lo que todos llamamos paro para entendernos, ese porcentaje sube al 44%. Tal vez, consciente de ello, el Gobierno aprobó en estos decretos de los famosos viernes sociales, ayudas a la contratación de mayores. Les pareceré cínico, pero llevamos 30 años bonificando todo. El caso es que, aunque se crea empleo, no es suficiente para llegar a una parte de la población, esos mayores sin la formación que requieren o requerirán los empleos del futuro. Ni se les puede dejar al pairo ni culpabilizar de su suerte. Este cambio hacia mayor protección con el subsidio recuperado es, por tanto, necesario. Lo malo es el coste. Nada es gratis.

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