Puritanismo a la izquierda

Pretenden instaurar una penalización del erotismo y la sexualidad libres

"La verdadera historia del gayumbo milagroso", surrealista autobiografía del egregio Andrés Vázquez de Sola publicada hace dos años, el histórico comunista se hace pasar en la parte final del cuento por un transexual, miembro de un trío de artistas del espectáculo. Partiendo de los habituales tugurios parisinos donde el protagonista baila desnudo al son de la música flamenca de sus compañeros, los tres son capaces de alcanzar cierta fama y ser llamados a actuar ante las más altas esferas del poder mundial, primero en los Estados Unidos de América y después en el mismísimo Kremlin ruso. Tanto en un lugar como en el otro, al travestí Vázquez de Sola -convertido en la belle Leopolda- le impiden danzar desnuda ante tan elevadas personalidades y la visten con variopintos atuendos. En el "palacio del socialismo obrero ruso" lo visten con "un vaporoso traje de Christian Dior, color rojo sangre de toro con grandes lunares blancos, en cada uno de los cuales habían sido bordados con hilo de oro, en unos las armas zaristas y en otros la hoz y el martillo; un verdadero primor de pasamanería". Tras esta jocosa lectura me viene recurrentemente la acepción actual del término "puritanismo" como "ultraconservador en materia de moral sexual" y lo asocio -paradójicamente- a ciertos movimientos de la "nueva" izquierda más furibunda e intolerante donde, tras las atalayas de un feminismo fundamentalista, pretenden instaurar una demonización y penalización del erotismo y la sexualidad libres. Los puritanos, ya se sabe, surgieron en Inglaterra para corregir la "relajación" del anglicanismo y más tarde emigraron a Norteamérica, instaurando allí su proverbial mojigatería. Pero todo este enfermizo control de la sexualidad sobre la población, castrando los instintos animales de la especie, no es privativo de los puritanos históricos; es propio de todas las ramas del cristianismo y del islam; arquetípico, por tanto, de nuestra cultura. En la antigüedad grecorromana, en el mundo pagano, incluso la pederastia -inconcebible hoy- estaba bien vista y se recomendaba como herramienta de educación, tanto en ámbitos heterosexuales como homosexuales o bisexuales. Lo identitario, ya se sabe, impregna a la sociedad en su conjunto y genera una determinada moral que afecta por igual a los de arriba y a los de abajo, a izquierda y a derecha. Cuando en 1914 la sufragista Mary Richardson acuchilló la Venus de Velázquez, lo hizo porque no podía soportar "las miradas lujuriosas de los hombres frente al cuadro". Pues eso.

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