Queridos compañeros

Hay una ley no escrita en la música, según la cual todo lo que se separa vuelve a juntarse

El que tiene mejor aspecto es Adolfo. Todavía le queda bastante de ese imberbe que tocaba con los Íberos, todavía ese pelo aunque cano y ese pantalón, y esa camisa vaquera. Cánovas sigue teniendo ese aspecto de bonachón barbado que apenas se mueve de su silla. Es el que tiene la voz más característica de los tres ya que Adolfo, aunque canta, no es la mejor voz solista. En el deje rasposo de la voz de Cánovas están las canciones míticas, como el vividor. En cambio Guzmán es el peor tratado por el tiempo y por su energía, optimismo e hiperactividad. Insiste en ponerse pantalones y camisas que ya no son de su talla y destacan los morcillones aún de lejos. Y lo del sombrerito también tiene su aquel de quien quiere seguir pareciendo juvenil y lo que parece un fantoche. Guzmán siempre fue el que tiró más por el lado del éxito pero no se dio cuenta de que sobre el grupo cayó la maldición del culto y de eso nunca se sale.

Tuvo su éxito amplio durante los primeros ochenta con ese grupo, Cadillac, un grupo aplausero que encandilaba a los que entonces éramos adolescentes, pero que ya no lo somos, Guzmán, y nunca lo vamos a volver a ser, por más que te empeñes. Tú que has probado las mieles del mito no te diste cuenta de que Eurovisión siempre es el final. Falta Rodrigo pero por suerte o por desgracia no se ha sumado a este revival de ultratumba, sólo para entendidos. Pero está bien que permuten entre cuarteto y trío, como los CSN (Crosby, Stills & Nash) que permutaban a cuarteto con Young. En un salón de actos gélido van girando las manecillas del reloj hacia la hora prevista para que empiecen con apenas cuatro personas esperando. En el escenario duermen los avíos envueltos en luces de pruebas. Poco a poco van entrando personas que no son los cultistas esperados y luego llegan los cultistas con sus discos de vinilo y la esperanza de ver lo que queda después de tantos años. Queda un buen espectáculo, eso sí, demasiado animoso y algo payaso. Pero quedan increíbles voces y magnífico piano (el hijo de Cánovas). No faltan los guiños a los maestros (y por qué no los ancestros de los CRAG no iban a ser los CSNY). Hay una ley no escrita en la música, según la cual todo lo que se separa vuelve a juntarse. Hombre, si es con dignidad mejor que sin ella, porque hay de todo en esto de los revivals. En la calle hace un tiempo espantoso. En el interior unos tararean y otros escuchan.

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