La tapia con sifón

Queso en el AVE

Los franceses tienen la costumbre de tomar queso en las comidas, entre el plato fuerte y el postre

La tarde del jueves, mientras la marcha por un tren digno atiborraba el Paseo, me vinieron recuerdos de mi primer viaje en un tren decente. Antes ya había "disfrutado" muchos trenes durante los años de estudios fuera de Almería (en los sesenta no teníamos ni Colegio Universitario; y un solo instituto de E.M. para toda la provincia), pero eran infames, casi todos de vapor, lentos, sucios, incómodos. Así que el "Catalán Talgo" que nos llevó de Barcelona a Ginebra, en enero de 1973, se me figuró propio de película de ciencia-ficción. Dos cosas se me impusieron en el primer plano de los recuerdos: la primera, que el tren que hacía aquel servicio era el más moderno de España y se exportaba a otros países. Bueno, pues cuando nos pusieron un talgo Almería-Madrid me di cuenta de que era exactamente el mismo -hasta se llamaba igual- que aquel que me había admirado en el 73. O sea, que no nos podemos quejar. Bien es verdad que la llegada a Almería del "Virgen de Nosecuántos" se produjo treinta años después, un poco más de la media de nuestros retrasos habituales en esto de la modernez, que suele ser de veinte años.

El otro recuerdo que tengo vivo es el "plateau de fromages" que incluía el almuerzo que nos sirvieron en el tren: ocho o nueve tipos de quesos diversos para elegir. Dirán ustedes que esto es de mucha menor importancia, pero me parece digo de resaltar y de comparar con los bocadillos de plástico que podemos comprar en los trenes que nos "unen" con Madrid y Sevilla. Este último no lleva ni una triste cafetería. Aquella comida a bordo del Catalán Talgo nos sorprendió casi más que los quioscos de las estaciones francesas, llenas de "Playboy" y otras revistas pecaminosas.

Los franceses tienen la buena costumbre de tomar queso en todas las comidas, pero como remate, entre el plato fuerte y el postre. Es más lógico que nuestra rara manía de tomarlo como aperitivo: un plato de jamón y queso al centro antes de comer. Porque un pelotazo de grasas, proteínas y calorías no es lo más apropiado para abrir el apetito. Modestamente sugiero que en la lista de nuestras más que justas reivindicaciones ferroviarias se incluya un servicio de comidas digno. Si es posible con bandeja de quesos variados españoles. Y no me quejaría si pusieran alguno francés.

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