Todos estamos deseando que termine este nefasto año. No lo olvidaremos el resto de nuestras vidas, y dentro de muchos años contaremos a nuestros nietos lo que sucedió durante aquel maldito 2020 y cómo lo vivimos. Les diremos que sólo la ciencia ficción fue capaz de anticipar lo que pasó, y que después de haberlo vivido en nuestras propias carnes supimos que la realidad podía superar a la ficción. Pasarán muchos años y nuestros corazones no olvidarán a los que nos dejaron, el orgullo por los héroes de la sanidad y la emoción del "resistiré" cada tarde de aquel terrible confinamiento.

Hoy tenemos motivos para empezar el año 2021 con fundada esperanza y optimismo. La vacuna contra el COVID, desarrollada en un tiempo récord por la industria farmacéutica con la colaboración de Estados e instituciones internacionales, está empezando a ser un auténtico revulsivo frente al pesimismo de los últimos meses. Próximamente cientos de millones de personas en todo el mundo serán vacunados, y cuando termine 2021 la inmensa mayoría de países habrá alcanzado la inmunidad de rebaño necesaria para que el virus deje de tener la virulencia y la mortalidad alcanzadas.

Aún nos quedan meses duros y de obligatoria austeridad en nuestros contactos y vida social, pero poco a poco recuperemos la normalidad, y con ella el castigado sector de la hostelería y el turístico recuperará su vitalidad y dinamismo. Aunque las cicatrices en el empleo y en algunos sectores sean profundas, al recuperar la normalidad también crecerá el consumo y el comercio. Sectores como el tecnológico, el digital, el energético ligado a la descarbonización, la movilidad o las infraestructuras, impulsados por unos fondos europeos sin precedentes, harán de auténticos tractores de la economía española. Esta ha sido una crisis más intensa que la iniciada en 2008, pero su naturaleza diferente y, sobre todo, su duración va a ser mucho más corta. Los gobiernos y las autoridades económicas han aprendido las lecciones y rectificado los errores del pasado, y el sistema financiero ha resistido la congelación económica. Es imposible negar que millones de personas lo han pasado muy mal y desgraciadamente muchas lo seguirán pasando mal, precisamente ellos necesitan las previsiones de gasto social y de inversión de los presupuestos aprobados.

Nuestra obligación como sociedad es mirar al futuro, superar el trauma colectivo que ha supuesto la pandemia, y levantarnos después de haber sido derribados, porque nunca ser pesimista fue más inútil y mostrar optimismo ante el mañana más necesario.

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