Libertad Quijotesca

Rebelión con causa

Para aniquilar España y repartirse los despojos, hay que matar nuestra lengua madre

En España en pleno siglo XXI el español, nuestro idioma de transcendencia universal desde 1492, es perseguido y asediado. Hoy en día se le hostiga sin descanso en Cataluña, País Vasco, Navarra, Galicia, Islas Baleares y Valencia. Al extremo anticonstitucional y humanamente imbécil, de prohibir la enseñanza del español y en español en su propio hogar. El nacionalismo es tan necio, pérfido, e ignorante con gola almidonada, que su odio impide que aprendan algo tan elemental y contundente como que pretender matar el español, el castellano, es matar el euskera, gallego y catalán. Fulminar toda la riqueza de dialectos y acentos de nuestra nación. Queridos lectores: la barbarie totalitaria está servida sobre mantel de miseria intelectual y material, por mano de una pésima élite política, asistida por sus subvencionados patricios intelectualoides. Para muestra, no hay como analizar la tragedia que se viene representando en el Congreso de los Diputados, especialmente desde diciembre de 2015. Mira que parlotean sobre los actores de lo público y la justicia social, panacea de todas las panaceas. Véase el papel que les han escrito a los autónomos, auténticos generadores de empleo y esforzados contribuyentes a las arcas públicas. Ser autónomo en España es una gesta homérica, con el sacrificio de Ifigenia incluido. Para aniquilar España y repartirse los despojos, hay que matar nuestra lengua madre. ¡¡Qué hartura tan grande de afán suicida!! Miguel de Cervantes escribió en el Quijote: "…Y hay que tener cuidado con tal calaña, que de ser menester utilizan a las más tiernas criaturas y hasta pretenden adoctrinarlas y que salgan de su mala hueste con títeres y cabalgatas". Siempre hay que rebelarse ante la maldad. Es la peor de las enfermedades que pueden asolar la vida. Cervantes nos advierte de ello a lo largo y ancho de toda su obra, no sólo con el Quijote, sus Novelas Ejemplares lo hacen del mismo modo. El Manco de Lepanto aprendió en su azarosa vida, que la naturaleza humana no puede ser eludida. Todos los falsarios que pretenden negarla por aquello del progreso en lo política e igualitariamente correcto, esconden los peores rasgos, características, hechos e intenciones de la especie humana. Lengua y pensamiento son inseparables. El Instituto Cervantes informa que somos 580 millones de personas las que hablamos español en el mundo. Me rebelo en español.

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