Reconciliación

A veces no se trata de dirimir quién es culpable y quién el agraviado sino de conciliar y superar el conflicto

La Comisión para la Verdad y la Reconciliación se inició en Sudáfrica para confrontar a los ofensores y a las víctimas del apartheid. Aquella oscura época teñida de infamia y desigualdades sólo podía restañarse bajo un sistema de justicia restaurativa, un modelo donde el arrepentimiento sincero de unos y el perdón de otros resultaba clave.

Fíjense que se emplea el término "ofensor" en sustitución de otros más comunes como delincuentes, agresores o criminales. En un proceso de justicia restaurativa se busca no tanto dirimir quién es culpable y quién el agraviado aplicando sobre el primero la normativa estatal al respecto sino conciliar, resolver y superar el conflicto desde una posición común de humildad, respeto y ganas de avanzar.

Esta idea se ha visto replicada en diferentes conflictos internacionales, desde guerras civiles a escenarios de terrorismo resultando exitoso en muchos de ellos al permitir que victimarios y damnificados convivan en paz después de años trágicos.

Si traigo hoy este concepto no es para debatir sobre él a nivel técnico. Carezco de las herramientas y los conocimientos del jurista. Pero como psiquiatra humanista que me considero sí creo que estas ideas pueden ayudarnos en los conflictos comunes que toda persona padece constantemente.Imaginen el típico atranque que puede sufrir una relación cualquiera. La magnitud del mismo puede ser variable, por supuesto. Hay desencuentros puntuales y otros que pueden alcanzar los mismos cimientos del vínculo interpersonal. Con independencia de cuáles sean los hechos objetivos que pudieran provocar el cisma, lo realmente humano y generoso es trascender de ellos puesto que cada persona interpreta la realidad de una forma inimaginablemente distinta. Ya saben lo habitual que resulta que ambas partes se consideren las ofendidas. Así que, en lugar de dedicar horas estériles en justificar las posturas de cada uno, resultará mucho más sanador esforzarnos en comprender cómo se pudo sentir la otra parte y salir del bache dibujando un proyecto común. Un "borrón y cuenta nueva", vamos. Quiero insistir en que lo esencial es superar el conflicto aunque nunca se lleguen a compartir los motivos que aduce el otro. Para que esta fórmula tenga éxito se necesita, también es cierto, que en el proceso haya implicadas buenas personas. La clave está en solidarizarse con el dolor ajeno, curar el propio y continuar hacia adelante.

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