Libertad Quijotesca

Recordar nuestra dignidad

Para salvar nuestra democracia, debemos dejar de ignorar nuestra Historia

Desde que era una niña he escuchado y leído "España no tiene remedio, país de la envidia, cainita; solar de pícaros y caudillos". En la infancia también inicié el aprendizaje sobre que muchas de las cosas que se dan por seguras en la vida, y que compartimos en el imaginario colectivo, no están logradas en todas las circunstancias, y que nada ni nadie está en posesión de la verdad o tiene la exclusiva del afán por instrumentalizar la mentira, en su provecho o para someter a los demás, ya sea en el ámbito familiar o en lo público. La vida pronto fue desengaño; también rebelión y preguntas. Ortega escribió: "Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo". Mi circunstancia se viene salvando por el amor a las humanidades, a los libros, al cine y al infinito valor que tienen los afectos verdaderos. Estoy convencida de que España y los españoles tenemos capacidad, empuje y responsabilidad para enmendar nuestros errores. El peor de todos: nuestro secular, suicida y necio hasta la desesperación, afán cainita y sectario. Para lograrlo tenemos que dejar de buscar enemigos que humillar y aniquilar. Ser libres es ser responsables de nuestras vidas. Este es un laborioso trabajo que dura toda nuestra existencia y que exige dar ejemplo constructivo a las generaciones venideras. En modo alguno la política puede continuar siendo una agencia de colocación privilegiada, un burdo negocio en manos del oligopolio de los partidos políticos, sus patrocinadores y patrocinados. La separación de poderes debe alcanzar también a la educación, el conocimiento y debate de nuestra cultura. Respetar el mérito, el esfuerzo, la iniciativa empresarial, el trabajo intelectual y la creatividad. Afanarnos por ser ciudadanos responsables de gobernar nuestra nación que es nuestro proyecto político común, y lograr construir una sociedad civil participativa, y vacunada ante caudillos del totalitarismo, el enchufe, rentistas, conseguidores, y toda especie de corrupción. Es imprescindible que aprendamos nuestra historia con honradez intelectual, sin manipulaciones ni mentirás. Basta de odios y tanto depredador disfrazado de progresista igualitario. La mentira campa a sus anchas. Recordemos nuestra dignidad acuñada hace más de cinco siglos: jamás someternos a la injusticia. No salvaremos nuestra democracia si no dejamos de dar la espalda a nuestra Historia.

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