En rojo y blanco

Juan Antonio / Manzano

Recuerdos y realidades

SEÑOR Hugo: Yo fui uno de tantos de niños que creció disfrutando de sus goles. Soñábamos con poder realizar, no sólo uno de sus magníficos remates, sino también algunas de sus fantásticas piruetas. Jugar en el Real Madrid, llevar el 9 y aparecer en los resúmenes de Estudio Estadio, embriagaba nuestras tardes de domingo. Pero el tiempo nos fue haciendo mayores a todos. Los álbumes con los cromos de aquellos futbolistas de leyenda pasaron a acumular polvo que ahora, dos décadas después, hemos conseguido eliminar. Repasando la plantilla del año 85 veo a Santillana, Valdano, Míchel, Butragueño... ¡qué tiempos! Y en esa ensoñación recuerdo que el Poli Almería, nuestro representante recién creado, peleaba por lograr dejar atrás la Tercera División. Las canas han aparecido y la vida quiso que a esta ciudad, modesta pero orgullosa, llegara esa figura que antes sólo veíamos en la tele y en los cromos. Con su brillo deslumbró a cuantos se pusieron a su paso y con una impagable ayuda logró situar en el camino correcto a un equipo que rozaba el descarrilamiento. Pero la realidad siempre supera a la ficción. El fulgor de un delantero mítico, nada tenía que ver con la mediocridad de un chándal en la banda. Cuando usted dio el paso para ser entrenador debió saber que su palmarés le iba a servir de aval sólo cinco minutos, el tiempo de darse cuenta que en sus pies ya no está el éxito, sino en su cabeza. El crédito ha sido tan insuficiente que su feria de las vanidades sólo le ha llevado al limite del precipicio. Pero no podemos olvidar lo más importante, el único timonel de este barco es usted. Con humildad, y con el convencimiento de que a nadie le favorece más que usted que la nave siga flotando, le realizaré una petición: olvídese de usted y gane el partido del domingo. Por el bien del Almería y por el suyo propio.

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