Ante todo quiero manifestar mi profundo respeto por el colectivo de los sanitarios, sobre todo por su conducta ejemplar ante la crisis actual; ante las circunstancias de encontrarme desplazado de mi domicilio habitual y por motivos de mi enfermedad, solicite una cita médica, en la cual, se me atendía por teléfono, ante mi disconformidad, pedí que fuese de forma presencial, a lo cual el servicio sanitario accedió con toda cordialidad. El trato que se me dispenso, tengo que decir que fue exquisito; pues bien, después de esta introducción que no es el motivo de este artículo, sino la conversación con el médico, que aseguraba que estábamos destinados en lo sucesivo a que las consultas se llevasen a cabo de forma on line, lo cual me asombro bastante; el uso de las redes sociales ha llegado al extremo de utilizarlas como trampolín para resolver cualquier problema, y en este caso, me da la impresión que utilizamos esta crisis para modificar el sistema sin tener en cuenta los resultados; convendrá el lector que en estos casos la relación médico enfermo va más allá del tratamiento físico, presencial y medicamentar, para convertirse en una relación humana donde la Psicología y la Filosofía debe marcar una ética Hipocrática de principios y normas que con solo mirar al paciente a los ojos definan una actitud moral; y desde este punto de vista deontológico, de principios y reglas se ha de inspirar la conducta del médico, conocedor de cada uno de sus pacientes, y esto en mi opinión, no se consigue mediante internet, e-mail ni on line. Créame el lector que no tengo nada personal en contra de las redes sociales, pero hay funciones que jamás podrán sustituir, entre otras cosas, porque jamás podrán ocupar el proceso de empatización humano; tres cuarto de lo mismo, ocurre con la enseñanza, que parece ser no traviesa los mejores tiempos y que decir de los YouTube con un vocabulario pobre y recortado, donde el tema dominante son los tacos; y cuando más mejor, donde no solo presumen de su ignorancia, sino también de hincar poco los codos, con un destino, más bien supino, donde profesiones como profesor o ingeniero, son reemplazadas por "influencer" imagínense pasado un tiempo otra pandemia defendidos por influences y you tube.

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