Vaya nervios de semana. El asunto test de antígenos convertido en la estrella de la sexta ola, como en la primera la caza de las mascarillas. Te dedicas a decir a la gente que se hagan test de antígenos porque, de lo contrario, antes de que se acaben los langostinos han matado a los invitados de más edad, y no quedaban por ningún sitio, porque no se podía saber. Yo si tengo, ya se lo digo. Me los trajo mi hija como recuerdo de Londres, que allí son gratis. Y si, fue lo único que me trajo, pero la quiero igual. Igual un poco menos que si me hubiera traído una camisa.

Lo bueno de la semana Omicron es que finalizó con un acuerdo entre agentes sociales y Gobierno para la reforma laboral. Un alivio. A ver si ya tenemos un marco laboral que dure unos años sin que su reforma sea una muletilla de cada discurso político. No contenta del todo a nadie, no reforma grandes líneas y se centra en conseguir que se reduzca la temporalidad en la contratación. Sin duda, nada de todo esto debe ser tomado como una crítica, sino como ejemplo de responsabilidad.

Para los almerienses resulta menos novedosa que para el resto del país. La figura del trabajador fijo discontinuo se convierte en el modelo central para las empresas con actividad de temporada y estacional, y es de sobra conocido en la provincia. Quizás por ello, el porcentaje de contratación indefinida supera en nuestra provincia la media nacional. E 11% de los contratos de trabajo suscritos este año son indefinidos, y sólo en noviembre -comienzo de la campaña en muchos casos- lo fueron el 18%.

Desaparece el contrato de obra o servicio determinado, el contrato temporal más utilizado. En lo que llevamos de año, 147.500 de estos contratos se han firmado en Almería, que representan el 60% del total. Conocidos son los casos de personas que encadenaron casi 400 contratos de este tipo. En la inmensa mayoría de los casos se trata de la actividad normal de la empresa y su uso obedece más a una cultura de la temporalidad que a la necesidad o eficacia o ahorro de costes. Ahora se mejora -pues ya existía, las novedades son pocas-un contrato temporal por circunstancias de la producción que podrá ser de un año, precisamente porque aumenta la actividad y, con una duración de tres meses como máximo, para situaciones ocasionales previsibles (las rebajas, por ejemplo). Y hasta aquí un primer análisis, únicamente sobre lo más destacable en contratación.

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