Regenerar

¿Qué pensarían aquellos intelectuales, juristas y políticos de finales del XIX si vivieran en la España del XXI?

Me ha resultado imposible no acordarme de Joaquín Costa. Supongo que considerarán normal que, dada la situación actual, venga a la mente la palabra "regeneracionismo". El intento de regenerar es una tendencia que se repite como una especie de ola (no van a ser las del coronavirus las únicas) después de momentos desesperantes de la historia de España. ¿Estamos ahora en alguno de esos momentos? ¿Qué pensarían aquellos intelectuales, aquellos juristas y políticos de finales del XIX si vivieran en la España de principios del siglo XXI? Me lo supongo, y no sería algo muy diferente a lo que estamos sintiendo muchos. Por ejemplo, ver las sesiones del parlamento invita al pesimismo y a la "políticofobia". Asistir a las campañas electorales, escuchar casi todos los seudo mítines no incita a considerarlo un espectáculo edificante. Las causas son muchas, y con el único ánimo de propuesta expondré las que yo veo. En primer término, se ha desvirtuado una cierta concepción inicial de "partido". De ser un elemento transformador de la sociedad y de solución de problemas desde un cierto conjunto de valores, se han convertido en herramientas para la conquista del poder, sin más. Nunca estuve de acuerdo con las encuestas realizadas por los partidos para ver qué soluciones demanda la gente y ponerlas en práctica (si se terciaba). Por el contrario, el partido debería analizar los problemas reales y proponer la dirección de sus soluciones. En conjunción con esa primera causa está la acomodación de su actividad al sentir social, con la excusa de la flexibilidad, aun cuando ese sentir estuviera en flagrante contradicción con su ideología. Es decir, el cambio de unos principios por otros por cuanto "no gusten" al cuerpo social. Y una tercera, y posiblemente no la última causa, la endogamia descarada, en donde la promoción a los cargos públicos solo pueda darse dentro de los miembros del partido con cierto pedigrí de antigüedad y resistencia, descalificando la llegada de otras personas que hayan demostrado su valía y capacidad fuera del partido y que pudieran comprometerse a actuar dentro de las directrices de este, calificándolos casi como paracaidistas. Si tengo alguna razón, quizá la regeneración de la vida pública de la que hablaba al principio sería posible si se corrigieran estas y algunas otras disfunciones. La lucha por el poder debe estar sujeta a los principios de mejora de la vida.

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