Llevamos un buen puñado de años y de esfuerzos luchando contra la cosificación de la mujer. Uno de los puntos clave es el uso y abuso del cuerpo femenino, fuertemente sexualizado, en la publicidad. Y no solo en la publicidad de lencería, que sería incluso normal y asumible, sino en todo tipo de bienes de consumo, y no digamos de servicios. Poco a poco se ha ido consiguiendo, y ya es difícil ver anuncios, por ejemplo, de coches o de bebidas alcohólicas, con señoritas algo ligeras de ropa y en actitudes más o menos sugerentes. No sabemos si quedan restos de esta costumbre en la decoración de cabinas de camiones, talleres mecánicos y otros reductos fabriles propios -hasta ahora- solo de hombres. Los fabricantes de almanaques deben estar ofertando otras diversas ilustraciones de sus fabricados, como paisajes alpinos, gatitos jugando con ovillos de lana o bodegones de naturalezas muertas.

Pues bien, ahora que el puritanismo estaba consiguiendo acabar con todo lo que nos alegra la vista, son las propias mujeres -al menos algunas de ellas- las que están utilizando esas mismas técnicas publicitarias, propias de los creativos de los años sesenta, para promocionar sus actividades. Las dos que más nos han llamado la atención en estos últimos días han sido las cantantes Rosalía y Chanel. Los carteles y vídeos de Rosalía con los que anuncia que va a iniciar su gira mundial aquí, en Almería, son de lo más erótico. Y el traje elegido por Chanel para cantar en la final de Eurovisión le cubre todo el torso, incluidos los brazos, pero de cintura para abajo muestra casi al completo sus encantos, especialmente los nalgares. Más o menos como el atuendo de Rosalía. Estas imágenes sugieren hacer el mismo comentario que hacían nuestras abuelas ante los trajes de noche que llegaban a los pies y dejaban al aire grandes escotes por delante y por detrás: "se tapaba Maricuela y se dejaba el culo fuera".

Por fin parece que llega un atisbo de contrarrevolución. No sabemos que les dirán las feministas a estas comadres suyas. Como son mujeres, y además militantes, las que preconizan esta vuelta al oreo del cuerpo, no las pueden culpar de machistas. O a lo mejor sí, ya veremos, aunque hasta ahora no hemos leído ni visto ninguna reacción crítica. Y que conste que para nosotros este "retroceso" del puritanismo es un avance. No siempre volver la vista atrás es retrógrado.

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