República de las Letras

Renace la esperanza

El gobierno que ha presentado Pedro Sánchez ha sido recibido con mucha ilusión por gran parte de la población

Aquel gobierno de la izquierda que yo pedía la semana pasada se ha reducido a un gobierno monocolor del PSOE. Pedro Sánchez, para no asustar al estamento económico del país, no se ha atrevido a incluir en su gabinete por lo menos al grupo parlamentario más numeroso de los que apoyaron su moción, el que, además, lo hizo sin ninguna condición: Unidos Podemos. 156 diputados hubieran sido mucho más potentes que sólo 84. Pero, en fin, a juzgar por lo que se observa en los medios y lo que dicen las primeras encuestas el gobierno que ha presentado ha sido recibido con mucha ilusión por gran parte de la población. A mí, estos días vertiginosos me han recordado aquellos otros, tan distantes ya, en que los socialistas sacaron 202 diputados. Era octubre de 1981 y apenas ocho meses antes unos energúmenos de uniforme pretendieron dar un golpe de estado y cargarse la joven democracia nacida con la Constitución de 1978. Aquella noche electoral, ante la sede del PSOE de la calle Ferraz, una señora agitaba la portada del diario Pueblo en la que se leía a grandes titulares: "Gobernará Felipe". Y en un balcón el Guerra alzó, triunfante, la mano del líder socialista… no sin un rictus de reticencia de éste. Lo que siguió, forma parte de la Historia contemporánea de este país. La otra vez que ganó la izquierda fue tras los atentados yihadistas del 11 de marzo de 2004. Aznar, que atribuyó la autoría a ETA, perdió las elecciones tres días después, comenzando la era Zapatero. Con él la burbuja del ladrillo que auspició el PP llegaría a su cénit y en 2008 daría paso a la crisis financiera que aún arrastramos. Las dos veces que han obtenido el poder los socialistas lo han hecho tras un peligro cierto y agudo para la democracia. Esta vez, con Pedro Sánchez, ha ocurrido igual. Ante el inmovilismo de Rajoy, se busca alguna solución, siquiera sea paliativa, al grave contencioso independentista de Cataluña: diálogo es la clave. Ante la necesaria reforma de la Constitución, se impone el diálogo. Ante la derogación de la reforma laboral del PP, la patronal y los sindicatos ya han anunciado su proclividad al diálogo. Y para el resto de reformas, ese largo etcétera que sólo es posible con un gobierno de la izquierda, se impone también. Genial el gobierno de mayoría femenina. Genial la escena en que prometen el cargo sin -por fin- cruces ni biblias. Renace la esperanza.

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