República de las Letras

Renovarse o morir

Sólo falta una cosa: avanzar en la democracia interna. Que corra el banquillo. Que se negocie, se vote y salgan los líderes

Ahora resulta que tampoco tenían tantos cientos de miles de afiliados como decían que tenían. Nunca han mostrado el censo y apenas unos sesenta mil van a votar. Ni siquiera esto, saber cuántos son, lo han hecho bien. De hecho, aunque son de derecha pura y dura, no han hecho ni una "a derechas". Esa reducción del censo les sirve para que voten sólo los en otro tiempo llamados "marcos", es decir, las figuras, los que mandan en los distintos escalones organizativos, territoriales y de cargos públicos. Esos que para nada les interesa que nada que cambie. Los que están cogidos en intereses locales, antiguas maniobras financieras, nuevos tantos por ciento… Todos esos son los que van a votar. Así no hay manera.

Porque una de las consecuencias que ha tenido la irrupción de los nuevos partidos en la escena pública, y sobre todo su éxito electoral, inesperado para los bipartidistas y la casta, es que la política ya no se puede hacer como se ha hecho hasta ahora. Ya no se puede, por ejemplo, ocultar datos, ni manipular la televisión, ni pasar dinero bajo cuerda, ni escamotear el censo, ni comprar a la gente, ni presionarla… Ahora hay que gobernar expuestos constantemente al escrutinio de la opinión pública y a la vigilancia de los medios de comunicación. Ya no se puede presionar a una empresa televisiva para que elimine a cierto locutor o quite cierto programa -como decía una política relevante del PP, que había llamado al propietario de una cadena para darle las quejas del trato que recibía en sus informativos-. No se puede andar con componendas en los concursos de obra pública, porque se ve y se expone uno a la denuncia y el procesamiento, y tal y como está puesto el listón, habrá que dimitir en cuanto uno sea encausado. Ya no se puede practicar el nepotismo, el clientelismo ni la compra de voluntades. Aquello de inflar el censo artificialmente para que le voten a uno ya tampoco funciona, como hemos visto en Almería. En fin, que esto se ha movido y quien no se adapte a la luz y taquígrafos que decía Fraga, se muere.

Sólo falta una cosa: avanzar en la democracia interna. Que corra el banquillo. Que se negocie, se vote y salgan los líderes, no de los sujetos carismáticos, sino de los afiliados normales y corrientes. Y que los sindicatos se independicen del poder político, sean autónomos y vivan de sí mismos. Renovarse o morir. Esa es la cuestión.

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