A dos metros

Ricardo Alba

Repatriación

Quiero decir con esto que el nuevo país en el que me hallo es lo más parecido a una falsificación, a una ficción

Disculpen el empleo de la primera persona, es que me han trasladado de país en contra de mi voluntad. El paisaje es bastante parecido al lugar de origen, incluso el color de los jazmines es el mismo y, sin embargo, el perfume que desprenden es otro, como ajeno. Quiero decir con esto que el nuevo país en el que me hallo es lo más parecido a una falsificación, a una ficción. Ni siquiera dispongo de manual de supervivencia.

No es asunto menor sentirse alejado de casi todo aquello que ha sido esencial en la vida, de haber sido desvalijado de creencias, valores, principios. Me han hecho creer que ahora resido en un paraíso. Podría ser, lo digo por no llevar la contraria, aunque en mis adentros sienta que resido en un vergel averiado. ¡Cómo será posible que luzca tanto sol y no dispense calor! El otro día, palabra, observé a una gaviota bajo un árbol, podía volar y sin embargo picaba en tierra como las gallinas. No sé, sería la gaviota de Alberti en lugar de la paloma que, por cierto, pocas se ven, si bien, a ras de suelo camina mucho palomo prepotente.

En este país de exilio forzoso el idioma oficial son varios. Con uno de ellos me manejo mal que bien, no obstante es difícil entender algunas frases y palabras. Valga como ejemplo lo de "de esto vamos a salir más fuertes", o aquella de "la situación en nuestro país no es homogénea territorialmente". A ver, a mi me suena de puta pena, igual que lo dicho por uno que vive en las afueras, eso de "el cielo no se toma por consenso: se toma por asalto", en fin, raro, todo muy raro.

Aquí, en este país de destierro, hay uno con domicilio palaciego que manda lo que le sale. En un tiempo hubo un primero entre pares que era el elegido para mandar. En este tiempo el primero es un narciso y ni pares ni impares. Así es la historia en este paraje, lo que me da pie a consignar que mientras en Atapuerca se afanan en encontrar nuestros orígenes, desconcertantemente hoy hay grupos esforzados en destruir la génesis de nuestra democracia reciente. Forges ya lo dijo: "Gensanta, ¡qué país!".

A la espera de un retorno, que no es lo mismo que un salto atrás, todo indica que no se sabe lo que se tiene hasta que se pierde, qué sé yo, la educación, la urbanidad, el respeto, tonterías así para algunos. Aquel país que pudo ser un jardín como Versalles, lleva las trazas de acabar en una planta de reciclaje o hecho un 'forgendro'.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios