Empieza un año electoral completo. Habrá elecciones regionales en Andalucía antes de marzo. Cuando decida la presidenta. Hasta el martes puede disolver el Parlamento y convocar el 28 de octubre, aniversario de la primera victoria de Felipe González... Hay una fecha fija, el superdomingo 26 de mayo, para comicios municipales, autonómicos y europeos. Y también posibles elecciones generales, si la ministra Montero no logra pactar las cuentas de 2019. Juanma Marqués contó en este diario hace dos semanas que si no hay PGE, Sánchez prefiere elecciones legislativas con las andaluzas, en marzo. Pero a Susana Díaz no le hace gracia la idea.

Ella prefiere adelantarse a una eventual sentencia desfavorable en el juicio de los ERE y alejarse del cambio de cromos tras municipales y autonómicas. Y dice que quiere un debate andaluz en solitario, algo no le ha importado a su partido en la mitad de las diez votaciones al Parlamento de Andalucía celebradas hasta ahora. Ciudadanos parece facilitar el adelanto: hace tres años pactó con el PSOE que se eliminarían los aforamientos y se modificaría el sistema electoral y no hablará de los presupuestos de 2019 si no se cumplen esos compromisos.

En todo caso, una coincidencia electoral con su antiguo protegido debe incomodar a Díaz. Es probable que en una convocatoria conjunta, el nuevo Gobierno socialista español sacara en Andalucía mejores resultados que el viejo Gobierno socialista regional. Viejo, por los doce trienios en el poder, un récord europeo. Pero la presidenta parte con ventaja: las encuestas la favorecen y podrá elegir fecha. El momento no está lejos, la maquinaria de propaganda PSOE-Junta funciona a revientacaldera. Fotos diarias de la presidenta, convertida en superconsejera de todas las materias, y vídeos promocionales sobre bondades en educación, cultura, empleo, crecimiento, exportaciones... La agitación que precede a las urnas.

El PP, descolgado en los sondeos, trata de darse ánimos. Casado ha hecho las paces con Moreno y Bendodo que le habían presionado para que fuese al congreso del PP en una lista presidida por Sáenz de Santamaría. Perdieron. Las malas maneras de estos jóvenes jefes del PP malagueño se han perdonado, pero no el estilo faltón de Celia Villalobos, que inicia su retirada de la escena política en este curso. Casado la ha quitado de momento de la Diputación Permanente del Congreso.

La escenificación del buen rollo entre Casado y Moreno se ha hecho esta semana en la localidad malagueña de Álora. Allí el PP ha celebrado su "día de los huevos fritos", en el que con un mandil propagandístico cubriéndoles el pecho cinco hombres, espumadera en ristre, se han fotografiado sonrientes: Andalucía. Un nuevo gobierno ponía en el delantal. El PP andaluz tiene muy difícil ese reto y -si pierde diputados- Moreno muy negro su futuro. Ganar a la máquina de poder más perfecta que hay en España no es echar un huevo a freír.

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