Pepe era uno de mis mejores amigos, vaya por delante. Una amistad tardía, pero intensa y verdadera. En los últimos años nos veíamos con mucha frecuencia y hemos compartido multitud de viajes para ver arte, museos y buena pintura; escapadas para los deleites. Subimos juntos a la cúpula de Brunelleschi y recorrimos todos los museos y monumentos florentinos; poco después se enteró de su dolencia cardíaca. Viajes a Francia, Italia y muchísimos por España, incluyendo uno inolvidable por Extremadura. Mi amigo Pepe era un hombre sabio y tranquilo, de pocas y certeras palabras. Moderado y bondadoso, de presencia cordial, cercano y bonachón. Como pintor, probablemente, el mejor abstracto de la historia de la provincia de Almería. Son sus obras muy meditadas, pausadamente reflexionadas y desveladas, lo que unido a su prematuro adiós ha motivado un corpus breve y de alta calidad. Fue evolucionando hacia una depuración estética muy esencial, con un lenguaje lírico donde el color y la materia, alumbrados en magistrales y simplificadas composiciones, impregnan el soporte con un vitalismo y luminosidad mediterráneas verdaderamente elocuentes. En Esteban Vicente y José Guerrero tenía sus principales amores y referentes, pero toda la abstracción y los informalismos universales desfilan y palpitan, renovados, en su breve pero intensa obra. Gustaba de toda la buena pintura y quizá por eso hemos sido almas gemelas. Lo mismo se extasiaba ante Sorolla que ante Picasso, Goya, Caravaggio o Rothko. "La pintura es una" solía decir; y tenía toda la razón. Poco importan las épocas pues el arte no evoluciona, cambia. La buena pintura es universal, independientemente del estilo y el tiempo. Con estas máximas nos íbamos, en nuestros viajes, a ver museos y exposiciones temporales; un tiempo para el gozo y el sibaritismo, aderezado con la buena comida, de la que Pepe era fiel devoto. Con Bernal se va uno de los últimos estetas ensimismados, auténticos y verdaderos, que en la provincia tenemos; de esos que cada vez abundan menos, por desgracia, en esta sociedad tan cientifista, vulgar y tecnologizada. Su partida, acontecida tan pronto, nos deja huérfanos de arte, de estética refinada y de placeres -cotidianos y pequeños- que cimentan, construyen y elevan la verdadera amistad. Sirvan estas líneas para reconocer que siempre estará junto a mí, cada vez que contemple un buen cuadro o, en cualquier lugar, me halle envuelto, por doquier, en palpitante y emocionada belleza.
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