Conversación escuchada en un bar: a media mañana, el propietario está trabajando en la cocina y charlando con el dueño de otro bar cercano, que está desayunando y que al verlo muy afanado le pregunta qué está haciendo. El otro le contesta que está limpiando salmonetes para una nueva tapa que ha sacado. El relajado desayunante exclama: ¡Menudo trabajo! Yo lo compro congelado y me va estupendo. No tengo más remedio que darle la razón al usuario de los congelados, porque acabo de ver que está el primero en la lista de los mejores restaurantes de Almería de un conocido portal de Internet dedicado a calificar, recomendar y reservar restaurantes. El otro, el que compra fresco a diario y cocina en casa todas sus tapas, está en cuarto lugar en esa misma lista. Y puede dar gracias porque, de seiscientos y pico locales que reseña el referido portal, Casa Joaquín está en el puesto 94, Sacromonte en el 158 y la Bodega Montenegro en el 451; Terraza Carmona está clasificado el 6º de Vera y Alejandro dicen que es el número 27 de Roquetas. ¡Toda una información fiable de la calidad hostelera!

Picado por la insana curiosidad busco más portales de esos que se dedican a la crítica gastronómica (?) y me encuentro que otro de los más famosos considera que los cinco mejores restaurantes de Almería capital son tres locales de una misma franquicia de comida italiana, una hamburguesería, los cuatro calificados con 9,5/10, y un italiano playero que "solo" consigue un 9,2. No puedo opinar sobre éste ni sobre la hamburguesería, pero estuve hace tiempo en uno de los locales de la tan laureada franquicia y no pienso volver. Hace un año leí un documentado informe sobre este tipo de negocios y en el análisis final consideraban a esta marca "la peor cadena española de comida italiana". Pero ¿quién quiere conocer informes fiables o críticas profesionales cuando puede informarse en un portal (o zaguán) en el que cualquiera que tenga un teclado y un dedo puede darnos su autorizada opinión?. Sin contar los conocidos chanchullos que se pueden hacer con los "me gusta" y similares. Es como si uno, cuando necesita una revisión o reparación para su asendereada salud, en vez de ir al médico a que le eche un vistazo y le mande unos análisis, le preguntara a los vecinos, amigos y transeúntes cómo lo ven, si tiene mala cara o la próstata gorda.

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