La incorporación de VOX en la política con participación activa en las instituciones donde su presencia es necesaria para formar gobierno ha supuesto un retroceso sobre cuestiones que la sociedad, incluyendo a la derecha liberal y moderada, ya había superado. Todos recordamos aquellas primeras manifestaciones contrarias a la ley de despenalización del aborto en determinados supuestos de 1985, y a las posteriores contra la aprobación de la vigente ley de plazos. También las hubo contra la ley que estableció el derecho a contraer matrimonios a personas del mismo sexo. Todo aquello cayó en el olvido y pasaron algunos años sin que se oyeran voces que reivindicaran el retorno a una sociedad hipócrita que condenaba a las mujeres que abortaban a recurrir a intervenciones peligrosas y clandestinas o a viajar al extranjero, las que podían permitírselo. Porque abortos han habido siempre hasta en las mejores familias, no nos engañemos. De la misma manera nadie cuestionaba a estas alturas el matrimonio entre personas del mismo sexo, y no sé que fue de aquel recurso que interpuso el Partido Popular al Tribunal Constitucional poco antes de la celebración a bombo y platillo de la boda de uno de sus principales dirigentes, Javier Maroto, entonces alcalde de la ciudad de Álava. Con la aprobación de la ley de violencia de género de 2004 se describe el hecho incuestionable de la violencia de cualquier naturaleza de un hombre contra una mujer; un concepto necesario que en Andalucía ha sido diluido a instancia de VOX incluyéndolo en el genérico "violencia intrafamiliar". Sobre el aborto es el Partido Popular, que hasta la fecha no se había pronunciado, quien se cuestiona la vigente ley de plazos y su candidato a presidente del Gobierno Pablo Casado llegó a proponer en campaña volver a la ley de determinados supuestos. Y con respecto al colectivo de LGTB, los que se consideran con legítimo derecho a ocupar la Plaza de Colón para expresar su ardor patriotero, los condenan a manifestarse a la Casa de Campo como si fueran apestados. Está claro que con la aparición de VOX han resucitado voces que permanecían ocultas para que vuelvan a la escena política problemas que ya estaban resueltos. Y lo peor del caso no es que la ultraderecha se haya quitado la careta, sino que hayan conseguido instalarse en el poder y traten de imponer sus condiciones donde saben que son imprescindibles para que la derecha gobierne.
Comentar
0 Comentarios
Más comentarios