Retretes

En un baño de un café de Granada, La Tertulia, me encontré los versos más bellos y tristes que he podido leer

Desde pequeño he sentido una extraña atracción por los retretes. Quizá porque en aquella casa abarrotada de la Calle Parada, el baño, protegido por un escuálido pestillo, era la única estancia del piso en la que uno podía encerrarse y disfrutar de una verdadera intimidad. Por una pequeña ventana abierta en lo alto de la pared azulejada, me llegaba el olor intenso y húmedo de la higuera de un huerto contiguo y el fresco tacto que proporcionaba su sombra derramada sobre una alberca de piedra desde la que se levantaban, arracimadas, un buen puñado de cañas de bambú. No cabe duda, aquella estampa ayudaba a matizar los olores que le son propios a las letrinas en ciertos momentos, por muy familiares que éstas sean. Luego me he encontrado con váteres de todo tipo. Desde los más sencillos de aquellos desamueblados pisos de mi época de estudiante, con el rastro de su inmundicia grabado de forma indeleble y la tizne de las cerillas que se utilizaban para repeler el mal olor, al váter exclusivo de un ministrable en el que me quedé atrapado, como por suerte de un ensalmo, de un hechizo, por el olor a lavanda que impregnaba los jabones y las grandes toallas que colgaban de unas anillas doradas… Lavabos públicos, completamente diáfanos, sus paredes, sus techos encalados,…, y en cuyos suelos lucían impresas las huellas de unos enormes pies, justo delante de una oquedad oscura donde todo era posible. Y baños privados que se convertían en públicos por mirillas tan furtivas como improvisadas.

En un baño de un café de Granada, La Tertulia, me encontré los versos más bellos y tristes que he podido leer: "Por gozar de tu luz/ he dado muerte a la luz de mis ojos/ he parido aguijones como toros ansiosos/ por gozar de tu luz. "

Y ya en Almería, aún existen sitios, como el Entrevinos, de David y Rafa, o La Taberna Vasca Añorga, de mi amigo Joseba, donde, entre micciones, se puede seguir escuchando un bello pasaje del Quijote. Me seduce extraordinariamente la idea de que en esos días de vino y cañas, mientras uno se alivia y deja que salga todo lo que sobra, el hilo musical nos permita que la cultura nos entre por los oídos. Así todo se hace más llevadero.

¿Y por qué retretes? Sinceramente, en vista de cómo anda este país nuestro, atosigado entre la política y el futbol, no se me ha ocurrido nada mejor que escribir sobre letrinas. Reconócemelo, hoy me venía que ni pintado. Salud.

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