República de las Letras

Revolución y Seny

Yo espero que el característico pragmatismo de los catalanes, su famoso seny, se imponga a la revolución

Como omo era de esperar, porque siempre, en toda revolución, ocurre así, con el recrudecimiento de la crisis catalana se ha incrementado también la manipulación informativa, la violencia de determinados grupos, los insultos a personalidades e instituciones y, sobre todo, la actividad de la ultraderecha, que aprovecha los acontecimientos para espolear el odio, la intransigencia y el fanatismo que la caracteriza. Que la crisis catalana es una revolución está claro: revoluciona totalmente el statu quo anterior -la Cataluña de Pujol en buenas relaciones con el resto del Estado- e inaugura una etapa de enfrentamiento permanente en orden a conseguir la independencia en forma de república: esta es otra Cataluña. Y se cumple la premisa de toda revolución de que una clase social, dirigida por una élite, lleva al país a una situación política insostenible cuya salida no puede ser otra que la consecución de los objetivos de esa clase y de esa élite, y para ello precisa el concurso de las clases populares, trabajadores, estudiantes, etc., que confían en la revolución para la solución de sus acuciantes problemas económicos y sociales sin reparar en que tal revolución no es la suya. Así fue, tanto en la Guerra de Sucesión Austroespañola -germen de la permanente crisis catalana precisamente-, como en la Revolución Francesa, la independencia de Estados Unidos en el siglo XVIII, las guerras carlistas del XIX, la Revolución de 1868 y la Guerra Civil del 36.

La revolución catalana, como era de esperar también, al ser la expresión -minoritaria o no, pero expresión- del nacionalismo catalán, ha exacerbado, como reacción, el nacionalismo español, y el uno, naturalmente, no reconoce al otro. Así, el diálogo está ausente.

Por último, toda revolución es, por definición, contra la ley: Estados Unidos se alzó contra las leyes inglesas; los revolucionarios franceses, contra la monarquía, etc. Afirmar en el caso catalán que dentro de la Constitución, todo; fuera, nada, equivale a afirmar que la crisis de Cataluña, con la ley actual, no tiene solución. Yo espero, sin embargo, que el característico pragmatismo de los catalanes, su famoso SENY, se imponga finalmente sobre los intransigentes y los violentos, sobre la cerrazón y el fanatismo, y se dialogue y se negocie un nuevo estatus de Cataluña dentro de España, aunque sea con diferencias y privilegios. ¿O hay algo-alguien que lo impide?

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