Revuelos de última hora

Y en cuanto a su entrega a esta tierrra, no hay que ponerla en duda pero una cosa es querer y otra poder

Macarena Olona, la alicantina candidata de VOX a la presidencia de la Junta de Andalucía, está, en estos momentos, lidiando con una denuncia por "empadronamiento ficticio en el municipio de Salobreña" presentada por Andaluces Levantaos y, preguntada por este asunto, dice estar extrañada por el "revuelo" formado, apela al hecho de que es diputada nacional por "Graná" y afirma estar entregada en cuerpo y alma a Andalucía. (Diario La Verdad, 13/5/2022). Pues bien, ¿procede el revuelo?. Eso le va a tocar decirlo al Ayuntamiento de Salobreña, pero veamos.

En el aspecto material del asunto, la Ley que regula el empadronamiento dice que "toda persona que viva en España está obligada a inscribirse en el Padrón del municipio en el que resida habitualmente. Quien viva en varios municipios deberá inscribirse únicamente en el que habite durante más tiempo" y el dueño de la vivienda en la que se ha empadronado la Sra. Olona ha manifestado esto: "No puedo decir que ella esté aquí regularmente porque estaría mintiendo. Ella viene a veces, en vacaciones, porque obviamente trabaja en Madrid. Cuando viene, yo le cedo la parte de arriba de la casa y yo me quedo en la de abajo". De manera que, a priori, difícilmente se puede considerar que la casa de este su compañero de VOX que la recibe "a veces" cumple las características de residencia a efectos de padrón para la Sra. Olona.

En cuanto al hecho de que la Sra. Olona es diputada por Granada, ocurre que no es argumento ni circunstancia a tener en cuenta en este asunto pues para ser elegido diputado por una provincia no es necesario estar empadronado en ella sino tan solo recibir votos de los electores de esa provincia en cuantía suficiente para ello. Pero, es más, es que hablamos, precisamente, del pecado en origen por el que se ha normalizado que personas que no guardan relación alguna con una tierra acaben siendo representantes políticos de los vecinos de esa tierra. Y en cuanto a su afirmada entrega a esta tierrra, no hay porqué ponerla en duda pero lo que ocurre es que una cosa es querer y otra poder. Imaginémonos, por ejemplo, que siendo almerienses y no habiendo tenido contacto alguno con el País Vasco ni con la política regional vasca, militamos en un partido de ámbito nacional y quien lo dirige nos ofrece ser candidato a Lehendakari. Pues, sin duda, podríamos aceptar el encargo y entregarnos a él en cuerpo y alma pero la deslealtad de nuestra aceptación sería tan grande como lo indebido de tal ofrecimiento pues ya no hablaríamos de debatir sobre asuntos y leyes de ámbito nacional sino de dar respuesta a las necesidades específicas de una región atendiendo a su historia, sus características, sus fortalezas, sus debilidades, su temperamento y su sentir propios y demasiado de todo lo anterior solo se conoce siendo parte de ella.

El respeto a los votantes está por encima de los votos.

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