Ssiempre que es necesario hacer alguna reforma o trabajo en una casa, hay que echarse a temblar. Aunque sea un chapuz de poca monta. Da igual que venga un albañil, un fontanero, un electricista, un alicatador o Dragados y Construcciones en pleno con ingenieros incluidos. Al final, siempre habrá que romper algo que no tenía uno previsto, y se acaba diciendo, como los Gomaespumas, ªquién me mandaría a mí meterme en obras". Aunque las "obras" sean el cambio de un grifo o la cisterna del váter, el fontanero necesitará un albañil, porque, en palabras de estos profesionales, "romper, hay romper". Y una vez roto habrá que llamar a pintores y alicatadores, si es que no hace falta también el carpintero para los marcos de las puertas que se ha llevado por delante alguno de los operarios.

El perspicaz lector ya habrá colegido que estos temores tan habituales en el ámbito doméstico hay que trasladarlos al proyecto municipal de la remodelación de la Plaza Vieja. Y ya se sabe que las palabras remodelar y reajustar quieren decir siempre cargarse algo. Y eso es lo que va a ser la remodelación de la plaza de la Constitución: quitar el Pingurucho y la mayoría de los árboles. Lo de los árboles no es mayor problema, porque los manzanillos son fáciles de recuperar y además estamos acostumbrados a que nos quiten sombras de calles y plazas. Lo del pingurucho es mucho más complicado: no hay forma de desmontarlo sin romperlo, según los técnicos que dirigieron la instalación. El Ayuntamiento dice lo contrario, pero no aporta los informes que avalen tal afirmación.

Y al final, todo este lío ¿para qué? Al decir de la concejal del ramo, es para poder poner "más negocios hosteleros y más sillas para conciertos". Y de paso -esto no lo ha dicho ella pero está claro- también servirá para obtener un nuevo record Guinness a que tan aficionados son los rectores de este municipio: una terraza inmensa que llene de mesas, sillas y sombrillas todo el espacio disponible después de quitar el Pingurucho y los árboles, dos mil trescientos metros cuadrados. Lo bueno va a ser la creación de dos puestos de trabajo (a tiempo parcial y contrato basura) para servir a unas novecientas criaturas, cálculo realizado a partir del suelo "liberado", a razón de dos metros cuadrados por cliente sentado a una mesa (estándar hostelero según normas).

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