SABEMOS HACERLO

María esperaba todo el año este momento, que la transportaba a un mundo onírico donde nada era verdad ni mentiraLa Constitución de 1978 fue un logro del que hemos de sentirnos orgullosos y es una herencia que debemos proteger

El problema que tiene hoy España no se llama ni VOX, ni Bildu, ni militares retirados que escriben al Rey, ni ERC, ni Ayuso. No, los problemas que tiene hoy España se llaman Celsa, Globalia, Abengoa, Duro Felguera y Transmediterránea; y se llama riesgo de colapso de líneas aéreas y empresas hoteleras, amortización de puestos de trabajo en el sector bancario y quiebra de autónomos; y se llama, también, deuda pública, paro juvenil, colas del hambre, desigualdad e inmigración ilegal.

Porque lo de VOX, Bildu, exmilitares que hablan de fusilamientos, ERC, Ayuso y tantas otras cosas que viven con el privilegio de no tener que pisar el suelo que se está abriendo bajo nuestros pies, no son más que egoístas comportamientos dirigidos a aprovechar la situación para seguir viviendo en las alturas, para pasar a la historia de su causa, para ser los primeros en recoger los restos de nuestro sistema si este también acaba colapsando. Ni más, ni menos, que eso.

Hace 42 años, España firmó el documento que haría de página de inicio de un nuevo capítulo de su historia. Un documento surgido de un modo ejemplar de afrontar otro complejísimo problema al que ha tenido que enfrentarse este país: Transitar por el camino del perdón y la reconciliación con el recuerdo lleno de dolor y sangre.

Y si esta sociedad fue capaz de recorrer aquel escarpado camino, que incluía también una profunda crisis económica, no debemos tener duda de que este oscuro camino al que la COVID-19 nos ha arrastrado también podemos recorrerlo con éxito, porque la luz que permite hacerlo la conocemos y está entre nosotros. Esa luz está en las crónicas de la Transición, en los diarios de sesiones de la Legislatura Constituyente y en los testimonios de los elegidos para ir abriendo aquel camino y en los de quienes decidieron contribuir a que los que estábamos por llegar viviésemos en paz y libres; y esa luz se llama Unidad.

La Constitución Española de 1978 fue un logro del que hemos de sentirnos orgullosos y es una herencia que debemos proteger. Y no estoy diciendo que no haya de ser modificada, al contrario, creo que esa protección incluye revisiones leales y serenas cuando la evolución de nuestra forma de vivir y las exigencias del mundo de mañana lo requieran, porque ese tipo de revisiones son la consecuencia responsable de una sociedad que avanza y quiere seguir haciéndolo.

"Debemos hacer un esfuerzo de sistematización de nuestros trabajos de acuerdo entre todos los Grupos Parlamentarios, huyendo de cualquier tentación demagógica, para encontrar la vía de máxima eficacia al servicio de los intereses socioeconómicos y políticos que representamos. Debemos considerarnos parte del Estado, y, como parte del Estado, corresponsables del destino global de este país. " (Felipe González Márquez, Diario del Congreso de los Diputados, sesión del 27 de julio de 1977).

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