Los señoríos del valle del Almanzora

He querido reflejar la mayoría de los ejemplos en nuestro hermoso valle del Almanzora

Estas líneas tienen una vez más, el objetivo de acercar la historia a los ciudadanos. El tema que tocaremos hoy lo hemos dedicado a los señoríos, conjunto de prebendas jurisdiccionales, cuya explotación corría a cargo de una persona física (noble) o jurídica (concejo, orden militar…), que contrariamente a lo que pueda pensarse; no había antítesis alguna entre Realengo y señorío, todo lo contrario, son dos formas de gobierno, donde el primero ejerce su poder sobre todo el territorio y el segundo es confiado a cierta aristocracia como pago de sus servicios, bajo el manto de la Corona. Y con el arraigo que siento como macaelero, he querido reflejar la mayoría de los ejemplos en nuestro hermoso valle del Almanzora. Así, comienzo por los señoríos de Serón y Tijola en la cuenca del rio Almanzora que serán para el marqués de Villena, Don Diego López Pacheco. Las villas de Cantoría y Partaloa, situadas también en el valle del Almanzora van a parar a manos de Don Iñigo López de Mendoza, duque del Infantado. La villa de Oria, la recibe el Adelantado Mayor de Murcia, Don Juan Chacón; Albox, Arboleas, Albanchez y Benitagla se las queda Don Pedro Manrique, duque de Nájera; Almuña, Lucar, Sierro y Sufli, que están situadas en la cabecera del rio Almanzora son entregadas a Don Alonso Fernández de Córdoba, señor de Aguilar. Gergal y Bacares en la sierra de los Filabres se conceden a Don Alonso de Cárdenas, a la sazón maestre de Santiago; Somontin y Fines, sitios situados en el valle del Almanzora, se otorgan a Don Alonso Fernández de Córdoba, señor de Alcaudete y Montemayor; otros dos lugares enclavados en la sierra de los Filabres son Velefique y Febeire, que acaban en manos de Juan Téllez. Y aunque no se han hallado documentos fundacionales, parece ser que los siguientes señoríos, también fueron otorgados en las mismas fechas; a Don Iñigo López de Mendoza, conde de Tendilla y Capitán General del Reino de Granada, se le conceden los lugares de Lijar Cobdar; Uleila del Campo y Olula de Castro, situados también en la sierra de los Filabres, son concedidos a Don Pedro Hurtado de Mendoza, adelantado de Cazorla; las poblaciones de Olula del Rio, Purchena y Urracal, donadas a Don Luis de la Cerda, incluyendo un juro por valor de un millón y medio, mas cuatro millones y medio de maravedíes, que respectivamente correspondían a las rentas de Córdoba y ciudades de Castilla y Andalucía, todo esto a condición de que se consumase el matrimonio de su hija Leonor (heredera) con el marqués del Cenete, el marquez cumplio su palabra tomando posesión de las citadas villas, sin embargo, la muerte de Doña Leonor sin descendencia (1502), provoco la devolución de las mismas. Y por último la hermosa villa de Macael (ciudad del oro blanco), que perteneció y estuvo bajo el manto de sus majestades los Reyes Católicos (RR. CC).

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