En este mundo cada quisque defiende lo suyo. Siguiendo este axioma, lo normal es que las opiniones sobre un asunto cualquiera sean opuestas, según el pito que toque cada uno en la orquesta. El reciente anuncio de subida del salario mínimo no iba a ser una excepción. Los empresarios dicen que esto es la ruina y que van a cerrar empresas porque van a ser incapaces de pagar los ciento y pico euros al mes de aumento a los currantes que cobran ese mínimo, que son un 6%. Multipliquen ambas cifras y verán que en el conjunto de la masa salarial de toda España la subida supone una repercusión mínima en los costes de las empresas. Una ruina, dicen, y los apoya el Banco de España, porque argumentan que esa subida ocasionará automáticamente una disminución del empleo. Esa es la teoría económica: cuando sube el precio de un bien, baja su demanda. Pero en los niveles salariales en que nos movemos, es poco probable que esta subida tenga una fuerte repercusión en el empleo. Naturalmente, si aumentaran los ingresos de los asalariados, aumentaría también el gasto de esos trabajadores, con el consiguiente aumento del consumo y el ahorro. O sea, que cada uno cuenta la película según la ve. O quizá más claro: según quiere que la vean los demás para tener el máximo impacto en la opinión pública. Y más en estos tiempos en que las demandas sociales se están incrementando, sobre todo para tratar de recuperar lo perdido durante el decenio de ruina que hemos vivido y del que parece que estamos saliendo. Bueno, estamos saliendo según indican las grandes cifras, porque el personal de a pie en general apenas lo está notando todavía.

En las economías desarrolladas lo que dicen ahora los empresarios es que les falta mano de obra. En Alemania, la patronal dice que si no consiguen atraer más mano de obra la economía se la pegará. Y eso que según cifras de la misma patronal, más de un millón de inmigrantes han entrado en el país en tres años. De ese millón, el 40% ya tiene trabajo. En Canadá están pidiendo mano de obra a voces: casi cuatro de cada diez Pymes tienen problemas para cubrir todos sus puestos de trabajo. Visto lo visto y oído lo que dicen nuestros empresarios, España no está entre las economías desarrolladas. ¿En qué quedamos? ¿No éramos una de las economías más ricas del mundo? ¿O es que el número de inmigrantes que entran en este país es tan superior a los que entran en Alemania que lastran nuestra economía?

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