La tapia con sifón

Salsas caseras e industriales

Las lenguas son instrumentos de comunicación, no banderas, ni símbolos, ni esquemas mentalesLas industriales suelen llevar muy poco yogur, mucha sal y otros ingredientes de poco valor nutricional

Un antiguo alumno me dice que le gusta mucho la ensaladilla rusa y la hace con frecuencia, pero su padre se niega a comerla. Ante mi lógica extrañeza, me aclara que no sabe hacer mahonesa y se la pone de bote. Le recuerdo la sencillísima fórmula y me quedo pensando que, cuando hace un par de semanas propuse un kétchup casero, alguno de mis escasos lectores se quejó de la complicada y larga operación. No había tenido en cuenta la tendencia actual a la comodidad extrema. Pero en el caso de la mahonesa, se tarda más en abrir el bote que en poner un huevo en el vaso de la batidora, echar el vinagre o el limón, añadir un vaso de aceite, sal, y darle al botón de la minipimer: en total, veinte segundos. Y, desde luego, el resultado no tiene nada que ver. El kétchup sí se lleva más tiempo y, además, los envasados suelen ser de buena calidad, excepto los que llevan mucha azúcar: si el segundo ingrediente es el azúcar (o sacarosa, jarabe de glucosa o de maíz, etc.) es un mal producto.

Otras salsas industriales tienen parecidos defectos. Entre las peores están la mayoría de las salsas de guacamole, porque no llevan aguacate sino una mezcla de harina refinada, aceites vegetales refinados, azúcares y almidón. Si lleva un 95 % de aguacate es una salsa muy saludable. También se puede hacer en casa en un voleo: triturar aguacate con un poco de cebolla y tomate, lima o limón, guindilla, sal, chorrito de aceite y, si gusta, cilantro. Total, un par de minutos, más o menos lo mismo que para hacer salsa de yogur mezclando en la batidora yogur natural con ajo, limón, un poco de mayonesa, comino, curry, una pizca de sal y azúcar. Las industriales suelen llevar muy poco yogur, mucha sal y otros ingredientes de poco valor nutricional. Otro "hit" del picoteo es la salsa de queso, que debería ser una emulsión de queso cheddar, mantequilla y maicena, pero suele ser de baja calidad, con muy poca cantidad de queso y una alta proporción de (otra vez) harinas refinadas, aceites refinados, sal, azúcar y almidones. La salsa de soja no es fácil de fabricar en casa y hay que tener cuidado con la que compramos porque suelen llevar muchísima azúcar y también mucha sal: entre 7 y 17 g/100 ml, según marcas. Cualquier alimento con más de 1,25 g/100 g se considera muy alto en sal. La semana que viene le preguntaré a mi exalumno qué tal le salió la mahonesa.

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