A dos metros

Ricardo Alba

Salud mental

El sonido del viento en la superficie de Marte es mucho más dulce, más melodioso, que el barullo infernal de aquí abajo

Al decir de los expertos, la pandemia tiene efectos psicológicos muy importantes sobre la población, derivados de la percepción de incertidumbre, confusión y sensación de urgencia que generan. Así, en el trabajo 'La psicología ante la pandemia de la covid-19 en España. La respuesta de la Organización Colegial', firmado por Fernando Chacón-Fuertesa, José Ramón Fernández-Hermida, Mª Paz García-Vera, de las Universidades Complutense y Oviedo de Madrid, recogido en 'Clínica y Salud', pone en relieve que "esos efectos en muchos casos son reacciones de adaptación, de diversa factura, a una nueva circunstancia estresante, mientras que en otros son debidos al agravamiento de una psicopatología previa. La acción estresante del contexto pandémico no afecta a toda la población por igual". Efectivamente, no afecta a toda la población por igual como queda a la vista de cualquier observador del espectáculo político actual.

Por lo que se ve y se oye, la salud mental de los políticos que tienen la obligación de organizar la convivencia de la colectividad ciudadana, para eso han obtenido el privilegio de ser elegidos, se ha sentido afectada de distinta forma por la pandemia que la salud mental del resto de los mortales. Salta a la vista que es necesaria una renovación de personas por el bien de todos, un retorno a la normalidad de lo que comúnmente se entiende por normal. No es necesaria una revolución, sencillamente que los que ahora están dejen paso a otros que no estén quemados. En todos los partido políticos ha de haber centenares de personajes normales capaces de dialogar, de mirar hacia el bien común, de no enrocarse obtusamente, de razonar. Si hasta lo dice el gremio de los tertulianos, que ya es decir.

El sonido del viento en la superficie de Marte es mucho más dulce, más melodioso, que el barullo infernal de aquí abajo. Estamos de los nervios precisamente porque el cuerpo político se halla en estado neurasténico permanente. Nos hemos habituado a los muertos, a las vacunas, a las mascarillas. Sería indeseable habituarse a las grescas iracundas, barriobajeras, de sujetos con signos psicopatológicos.

Como se trata de buscar soluciones, en el caso de que no se vayan nuestros actuales representantes políticos -que no se irán-, sí, al menos, que nos den descanso una temporada. Dado los cierres perimetrales y tal, un buen lugar de reposo para ellos sería la isla Perejil.

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