Sánchez, una bilocación paradójica

Llegó legítimamente a la Moncloa, nadie puede dudarlo, por mucha tontería que se diga

Seguramente recordarán ese anuncio publicitario en el que se vendía un refresco y un niño, al ver que le habían regalado un palo, gritaba de alegría (¡un palo!, ¡un palo!, decía). Imagino esa misma escena en el día de ayer cuando todos los españoles, y digo todos, incluidos los socialistas, supieron que el Presidente del Gobierno, ¡por fin!, decidió convocar elecciones generales para el próximo 28 de abril.

Sepan que en el siglo pasado el filósofo francés Paul Ricoeur acuñó una frase, los "maestros de la sospecha", referida a los grandes del pensamiento, como Marx, Nietzsche y Freud, y con la que quería describir la actitud crítica de los mismos para romper las creencias imperantes en cada momento. El tiempo lo dirá, pero, traído a colación, y caracterizando la exigua y tormentosa legislatura de Pedro Sánchez, podría modificarse dicha locución para él mismo, por gracia del destino y los logros de su gestión, hasta convertirla en el "maestro de la torpeza". No cambió nada de lo hecho por Rajoy, ninguna reforma de las prometidas, particularmente la laboral. Mucho ruido y pocas nueces. Llegó a la Moncloa legítimamente, nadie puede dudarlo, por mucha tontería que se diga. Pero lo hizo gracias a los votos de independentistas, nacionalistas y podemitas, y esto, que posibilitó su encumbramiento, ha sido su guillotina política. Era cuestión de tiempo. Porque no hay peor compañero de viaje que un obseso, un radical que no atiende a razones, pues tarde o temprano, o te deja en evidencia, o en la estacada, cuál peor. Y aquellos eran los compañeros de viaje de Sánchez.

También hay torpeza en su propio destino, una bilocación paradójica, como decía Jorge Molist a los almerienses días atrás. Cayó en su propia trampa. A Mariano Rajoy lo dilapidó del Gobierno en una semana: sentencia "Gürtel", revuelo mediático y moción de censura. A Sánchez se lo han liquidado igual, en una semana: salió la estupidez del "relator", revuelo mediático, manifestación en Colón, juicio del "procés", no presupuestos e, inevitablemente, elecciones.

Los comicios van a ser buenos, para todos, incluso, como apuntaba antes, para los socialistas. Pase lo que pase, ¡ojo, que todo puede pasar!, el próximo abril cada cual podrá depositar su voto valorando a conciencia lo que ha sucedido desde la moción de censura, y lo que prevé, o quiera, que pueda pasar a futuro. Pasado lo pasado, ya era hora.

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