Se va a cumplir la primera semana de las nuevas medidas de la Junta para aplanar la curva. Por cierto ¿No les entran ganas de tirar la televisión cada vez que aparece alguien aplanando la curva? A mí sí, pero es porque estoy un poco crispado. En quince días comprobaremos dos cosas. La primera será saber el efecto en el ámbito de la salud y, la segunda, las consecuencias en el ámbito económico. La idea de no hacer cierres totales, parece buena. No tendremos economía si la gente no está sana y el sistema sanitario colapsa. Pero, a partir de ahí, habría que preservar la mayor cantidad de actividad económica posible. Visto como está todo no quiero quejarme, pero ¿tiene sentido poner un toque de queda hasta las siete de la mañana? Exacto, me han impedido ir al gimnasio antes de ir a trabajar o, al menos, proponerme cada noche que, al día siguiente, iría al gimnasio a las seis de la mañana y mi vida mejoraría enormemente. En estos tiempos epidémicos, tener planes es casi tan importante como cumplirlos. Añadan varios inconvenientes más y menos triviales que este. O no tan triviales porque de seguir así, empezarán las bajas en los gimnasios y no se renovarán contratos de monitores, y estos pasarán a cobrar el paro, y tendremos que seguir diciendo que vendrá mucho dinero de Europa y seremos, de nuevo, felices. Hay algún detalle más. Ayer vi un video de una señora que había comprado unas zapatillas de andar por casa -lo que es una buena idea, ahora que vamos a andar más en ella- a las siete de la tarde. En uno de esos hipermercados que tiene de todo, no solo alimentación. Ya tenemos, pues, otro clavo en el ataúd del pequeño comercio, pues la zapatería de la esquina cierra a las seis. Que, ya sabemos, la necesidad de reinventar el comercio de proximidad, solo que ahora y, más si esta situación se prorroga o se repite, la necesidad es más urgente. Es previsible que, pese a ser un daño necesario y, tal vez, limitado, la vuelta de cientos de personas a los ERTEs hace este instrumento cada vez menos útil. La pregunta no es ya ¿cuántos trabajadores de Almería están regresando al ERTE, sino cuantas pequeñas empresas -bares, por ejemplo- se están plantean el cierre definitivo y, en todo caso, esperar aí un futuro, cuando haya vacuna. Los hoteles de la ciudad -y entiendo que del resto de la provincia- están cerrando. Muy lógico pues no puede venir nadie, no ya de Alemania, sino, por ejemplo, de Pulpí. Y así, todos vamos añadiendo ejemplos. Ya sea el que organizaba excursiones en kayak o el que dirigía senderismo por Tabernas.

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